La cartera de servicios y el otoño

Una de las medidas que se ha puesto en marcha en esta época de reformas es la modificación de la cartera de servicios, es decir, la oferta de servicios asistenciales y de salud pública que el sistema nacional de salud ofrece de forma gratuita a todos los ciudadanos. El vigente Real Decreto 1030/2006 que establece la cartera de servicios comunes del SNS tendrá que adaptarse a una nueva realidad, creada por el Real Decreto Ley 16/2012 que divide en tres grandes grupos la actual cartera de servicios.

La cartera común básica incluye las actividades asistenciales de prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación que se realicen en centros sanitarios o sociosanitarios, así como el transporte sanitario urgente. Estos servicios se cubrirán completamente con financiación pública.

La cartera común suplementaria comprende las prestaciones sujetas a dispensación
ambulatoria y que incluyen una aportación del usuario. Incluye la prestación farmacéutica, ortoprotésica, de productos dietéticos y el transporte sanitario no urgente.

Además se crea la cartera común de servicios accesorios que incluye los servicios no esenciales y/o de apoyo para la mejora de la patología crónica. Estos servicios estarán sujetos a aportación por parte del usuario. Sin embargo, todavía no existe una definición clara de los servicios que se incluirán en cada grupo.

Finalmente, se permite que las Comunidades Autónomas puedan adoptar servicios complementarios que no estén incluidos en los servicios comunes. Además, deberán prestar los servicios incluidos en las tres carteras de servicios comunes. Este apartado ya existía en la vigente norma del año 2006 (artículo 11).

El problema es que en España la cartera de servicios ha sido incrementalista, desde dos perspectivas. Por una parte, se han ofrecido servicios sanitarios no incluídos en la cartera de servicios como explicamos en su momento en esta entrada de Salud con Cosas referida a los servicios que prestan los dermatólogos. Además, las diferentes revisiones que se han realizado de la cartera de servicios (tanto por el Ministerio como por algunas comunidades autónomas) siempre ha sido para ampliarlos, sin que nadie se cuestione si todo lo que se hace debe hacerse. Un buen articulo sobre servicios básicos y esenciales apareció en JAMA en 1991 con el título “What Care Is’Essential’? What Services Are’Basic’?“.

Revisar el pasado reciente puede ser útil. En los noventa hubo una política sanitaria en el ámbito del NHS basada en la reducción de servicios (“rationing”) que fue analizada en numerosos artículos en revistas especializadas. Un buen ejemplo es “Health care rationing: the public’s debate” publicado en 1996 en el BMJ en el que se realizaba una encuesta entre ciudadanos para que priorizaran entre un listado de servicios sanitarios. Merece la pena leerlo, ¿la historia se repite? Como ejemplo, entre los menos priorizados aparece el tratamiento de la infertilidad. Los medios no se quedaron callados.

¿Todo es necesario? ¿Quien marca el límite? Uno de los problemas es que cuando algo se autoriza, es muy difícil de quitar, incluso cuando los expertos lo tienen claro. Estos días, una comisión auspiciada por el Ministerio está revisando la cartera de servicios para ver que dejan, que cambian y que quitan. El otoño promete ser duro, muy duro.

3 comentarios

  1. Carta de una fisioterapeuta indignada

    Publicado por Redacción A.P.E.N.B. el 28 Abril 2012
    Carta de una fisioterapeuta indignada
    La Asociación Profesional Española de Naturopatía y Bioterapia – A.P.E.N.B. se hace eco de la opinión de una “fisioterapeuta indignada”, que como otros que se denominan así mismo indignados, pone nombre y apellidos a los males que aquejan al sistema, en este caso el que conoce: el sanitario.

    Nos dicen que la sanidad genera muchos gastos, que es un objetivo de recortes porque es un sistema deficitario. Nos venden que la seguridad social ofrece una sanidad gratuita y de calidad a los españoles, motivo de envidias de países extranjeros.

    No me creo ni uno ni otro… y yo trabajo dentro.

    Queridos médicos de cabecera, rehabilitadores, traumatólogos, deportivos y demás especialistas del aparato locomotor: Si existe déficit, cuando todos los contribuyentes pagamos para cubrir este servicio, es gracias a su ineptitud. Y me explico… Estoy harta de recibir en consulta gente con dolores del aparato locomotor que han pasado procesos absurdos y caros para llegar a donde tuvo que haber llegado en un principio. Han pasado seis meses de tratamiento con ibuprofeno u otro antiinflamatorio no esteroideo, con miolastan en algún caso. Han sufrido repetidas infiltraciones con analgésicos o corticoides, con sus consecuentes riesgos. Algunos, incluso, han pasado por quirófano. Un largo proceso para el paciente, y muy caro, para todos nosotros. Y tras todo ello llegan al fisioterapeuta porque no han mejorado. Para colmo, utilizan RMN para diagnosticarlo todo, desde una cervicalgia a una epicondilitis. Quisiera yo saber a cuento de qué hace falta hacer una RMN, para que se diagnostique una tendinitis del músculo supra-espinoso, haciendo esperar con ello al paciente 7 meses (dolorido y limitado en ese periodo). Han perdido ustedes, por culpa del desarrollo de las técnicas de diagnóstico por imagen, la capacidad de hacerlo con sus manos. Han perdido la costumbre y las ganas de tocar a los pacientes, como si fueran elementos radioactivos. Os recuerdo que en otros países, como en Francia, Chile o Argentina, un traumatólogo diagnostica, con un 80% de fiabilidad (frente al 70% de la RMN) una hernia discal, por medio de un famoso test manual. Han olvidado que este tipo de diagnóstico debe dejarse para descartar otro tipo de patologías mucho más severas, y que las personas que sufren esas patologías (o existe riesgo) han de aguardar una larga lista de espera por "meter en el saco" procesos inflamatorios palpables, visibles o testables a mano, perdiendo opciones de hacer tratamientos precoces para su afección. A parte, todo sea dicho, del grandísimo gasto que cada RMN genera.

  2. Si por lo menos la RMN sirviera para que ustedes emitieran un diagnóstico fiable y pautaran un tratamiento eficaz… Pero tampoco. Una vez hallado el tendón inflamado, o el disco herniado, o lo que sea, finaliza la búsqueda, como si las cosas se herniaran o inflamaran solas. La causa de esa patología estructural se queda en el olvido. Se trata el síntoma como bien dije antes, con paliativos (primero orales, luego infiltrados, y luego ya a quirófano), y a callar. Ya volverá más adelante a aportar otro granito de arena a este sistema enfermo con otra dolencia consecuente a una causa que no saben buscar.

    Por favor, dejen paso a la nueva generación de profesionales vocacionales y deseosos de hacer las cosas bien. Dejen paso a osteópatas, fisioterapeutas instruidos en conceptos modernos como la inducción miofascial, las cadenas musculares, la RPG, el tratamiento neuro-meníngeo…a los terapeutas ocupacionales que dominan Bobath, Perfetti o Le Metayer… a los médicos homeópatas, naturópatas y demás. Dejen ustedes de venderse a la farma-industria, de intoxicar hígados y tejidos con medicamentos que sólo tapan síntomas, y de farmacologizar cualquier trastorno tratable vía manual. Dejen de engañar a pacientes con dolencias "crónicas" y de instaurarle miedos irreales a tener que vivir limitado, cuando su afección tiene tratamiento (aunque ajeno a su alcance). Dejen de pautar tratamientos basados en corrientes analgésicas y termoterapia inútil. Dejen de prescribir férulas y ortesis pasadas de moda e inservibles, sillas de ruedas sin adaptar y productos de apoyo inadecuados al usuario. Y, por favor, dejen los absurdos protocolos obsoletos de hace 30 años o 5 años, que ya ni de paliativos funcionan, y que sólo sirven para callar al paciente y darle algo que hacer.

    Y aprendan a diagnosticar, que "lumbalgia" y "gonalgia" no son diagnósticos, sino síntomas dichos en latín. Aprendan a derivar al profesional competente cuando no sepan ver una restricción en un tejido o una cadena lesional.

    Por último, dejen de llamar masaje a las terapias que aplicamos, que tanto esfuerzo, tiempo y dinero nos cuestan aprender. Nosotros sí invertimos tiempo y dinero en la calidad asistencial del paciente y de nuestro propio bolsillo!

    Cuando hagan todo eso, nuestro sistema de rehabilitación será, entonces, un sistema de calidad, donde se atienden personas, y no enfermedades. Y encima, eliminaremos esperas de las listas, y ahorraremos en fármacos, cirugías, rayos X y resonancias, que lo estamos pagando todos.

    Fdo.: Una fisioterapeuta INDIGNADA (abril 2012)
    P.D.: Y los huesos del cráneo SÍ se MUEVEN

  3. Llego un poco tarde a leer esto, pero como fisioterapeuta, me es bastante dificil no indignarme con la indignada. Con todos mis respetos hacia la persona en cuestión, la ciencia es ciencia y está por encima de consideraciones subjetivas; no así su interpretación, pero centrémonos en las matemáticas.

    Para afirmar que los huesos del cráneo se mueven una vez terminado el desarrollo óseo normal, durante el periodo adulto, debería usted demostrarlo o referenciarlo: se lo ahorro yo, no hay evidencias al respecto. Y esto es extensible a muchas otras cuestiones a las que hace referencia: osteopatía, naturopatía o la propía homepatía.

    Con todo, y pese a estar muy de acuerdo sobre el abordaje de la patología locomotora y el problema de tratar sintomáticamente obviando otras consideraciones, me gustaría que no fuese tan reduccionista al pensar que aquello que causa dolor en el aparato locomotor tiene como causa necesariamente algo del aparato locomotor. El ser humano es un animal más, y sin embargo, sufre más dolencias banales que cualquier otro mamífero sin causa aparente, más allá de un creciente sedentarismo o falta de movimiento. Sin poder decir por qué sucede esto, mucho me temo que los fisioterapeutas nos entretenemos gran parte de nuestro tiempo tratando cosas que no son en sí mismas patologías y que mejoran solo por el refuerzo beneficioso de ser tratadas (mal o bien) y ser “atendidas”. Quizá una RNM no aporte grandes cosas, pero que algo puede ser tratado con una técnica y la contraria obteniendo beneficios análogos dice poco de la técnica y bastante del trato humano.

    Como conclusión, humildad y ciencia por favor. Ni la fisioterapia (tal y como está) es la panacea, ni juntar churras con merinas nos ayudará como profesionales. Apliquémonos ciencia a nosotros primero desechando la inmensidad de magufadas que arrastramos, eliminemos los cientos de métodos para tratar lo mismo quedándonos solo con aquello universalizable y, cuando seamos un campo científicamente comprensible y profesionalmente estructurado, cambiemos el sistema por el bien de nuestros pacientes

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