La buena y la mala gestión

Muchas veces, en foros, jornadas o incluso en conversaciones de twitter, surge el debate de si una organización está bien gestionada o incluso si un líder concreto es un buen gestor o no. Y es quizás una de las preguntas más complejas de resolver, porque al final el tema de las bondades de la gestión es como los colores, que hay mil matices, mil elementos subjetivos y, sobre todo, muchos criterios diferentes que nos pueden empujar a aprobar o suspender una forma de dirigir y gestionar una organización sanitaria.

Vamos a analizar algunos de los criterios más habituales para intentar saber si una organización está bien o mal gestionada.

Buena gestión son buenos resultados. Es uno de los medios más habituales. Unidades o centros sanitarios que cumplen los indicadores y los objetivos, que obtiene buenas puntuaciones en auditorías o procesos de certificación. Sin embargo, no siempre es así: la evidencia no invita a asociar la acreditación de calidad con una buena gestión, pero es que además cumplir objetivos tampoco garantiza nada (sobre todo si son objetivos e indicadores endebles).

Buena gestión es resolver problemas o situaciones críticas. En muchas conversaciones este es el criterio: si se ha superado una etapa difícil, implica que la gestión ha sido buena. ¿Y es cierto? Pues en parte sí, pero olvidamos que las épocas difíciles no siempre son buenas para identificar los patrones gestores de un directivo o un jefe. Muchas medidas se toman estilo bombero (planificación inexistente) y aunque el resultado puede ser similar, no es lo mismo el cortoplacismo que tener un buen plan (aunque no se cumpla al 100%).

Buena gestión es gente contenta. Los dos criterios previos olvidan el clima laboral y emocional de la organización, si los profesionales se sienten bien, trabajan en un entorno seguro, se les tiene en cuenta y pueden participar en iniciativas de mejora o, incluso, en el diseño de la estrategia de su unidad/centro. Un criterio esencial pero difícil de medir, o mejor dicho, incómodo ya que implica en muchos casos sacar las verdades que están escondidas debajo de la alfombra. Por cierto, la encuesta de clima laboral anual debería ser obligatoria.

Buena gestión es ser eficiente. Sin duda, pero no es una condición suficiente. Podríamos decir que la buena gestión debería incluir siempre este criterio, pero hay que acompañarlo de algo más. Sería muy simplista y muy injusto decir que una organización está bien gestionada por ajustarse al presupuesto, cuando la plantilla está machacada o cuando los resultados asistenciales son negativos. Curiosamente, en algunos entornos es muy importante este criterio. ¿Ceguera gestora?

Buena gestión es conseguir buenos resultados en salud (incluso podríamos hablar del valor, que está muy de moda). Sin duda es otra parte esencial para una organización, pero todo depende de los resultados que se tengan en cuenta: ¿utilizamos indicadores de nuestra organización o nos centramos en indicadores poblacionales? ¿cuales son los indicadores buenos en cada caso? ¿Y la vertiente social es posible medirla?

Buena gestión es tener un nivel elevado de satisfacción del paciente. Sin duda, es un criterio esencial. Muchos estudios así lo indican, pero volvemos a la dificultad de tener medidas adecuadas de satisfacción. ¿Encuestas? ¿Estudios cualitativos?

Buena gestión es tener el premio de la excelencia o el “Romualdo de oro” al mejor hospital. Puede que desde la perspectiva de la opinión pública sea un buen criterio, y seguro que los políticos están encantados con estas medallas, pero el medallismo es símbolo de poco en el mundo de la gestión sanitaria. Incluso puede darse el caso de alguna organización muy laureada pero con una gestión irregular.

En resumen, que hay muchos factores y criterios que pueden ayudarnos a separar las organizaciones bien gestionadas de las mal gestionadas. Pero además hay otro elemento: ¿podemos interpretar que las organizaciones bien gestionadas están siempre dirigidas por un buen gestor? Sinceramente, no siempre. Un mal gestor puede tener un buen equipo y obtener resultados excelentes, y también todo lo contrario (buen gestor con un mal equipo).

Para acabar con estas reflexiones, algo muy importante: ¿qué es la buena o mala gestión? Muchas veces depende de la persona que lo pregunta (cada visión es diferente). Por cierto, otra duda muy habitual: si un profesional trabaja en una organización mal gestionada, ¿es un mal profesional? Lógicamente no, aunque también es interesante plantearse si los profesionales pueden hacer algo de forma activa para enderezar el rumbo de su organización (intraemprendedores, agentes del cambio, etc).


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