Hemos hablado en otras entradas de los problemas (y posibles soluciones) en temas relacionados con la alimentación de pacientes. Hoy volvemos con uno de los ejemplos clásicos: el desayuno. Y esta vez vemos algo de luz al final del tunel.
Todavía se siguen viendo algunos ejemplos de desayunos nutricionalmente terribles en muchos centros sanitarios: exceso de azúcar, bollería, pocas opciones saludables, etc. En el caso de hospitales con empresas externas encargadas de la elaboración de los menús, hay una premisa clara: estas empresas sirven lo que aparece en los pliegos de contratación. Dicho de otra forma, se sirve lo que la gerencia/dirección ha estipulado.
Veamos tres casos de pliegos de prescripciones técnicas del año 2023 de licitaciones relativas a servicios de alimentación de pacientes (omitimos el nombre del hospital):
CASO 1.
CASO 2
CASO 3
Las diferencias son claras, y sobre todo, entre la dieta del caso 2 y la del caso 3 hay un abismo desde el punto de vista nutricional. Hay muchas preguntas que nos hacen cuando hablamos de estos temas en cursos o talleres: ¿los niños acostumbrados a desayunos poco saludables que harían en el caso 3? ¿las opciones saludables son más caras? ¿por qué en algunos centros siguen sin atreverse a restringir la presencia de determinados alimentos como bollería o fritos? ¿hay más desperdicios en el caso 1, en el 2 o en el 3?
Sin duda, la promoción de la salud y los hábitos saludables también tienen cabida en la gestión sanitaria. De hecho, deberían ser elementos clave en la gestión para conseguir resultados en salud (ahora que están tan de moda) no solo en la parte estrictamente asistencial sino con todos los servicios que se ofrecen al paciente.