En 2022 dedicamos una entrada a recopilar diversos informes y estrategias para promover la participación del paciente en la gestión sanitaria. Desde entonces, seguimos diciendo que el paciente está en el centro del sistema pero solo ha habido avances tímidos en esa línea.
Uno de los modelos más conocidos para hablar de participación del ciudadano es la conocida “escalera de la participación“, creada por la trabajadora social Sherry Arnstein. Este modelo se basa en 9 escalones que van desde la no-participación hasta el poder de la ciudadanía. Y aunque lo habitual es comentar las fases (escalones) más estimulantes, como la delegación de poder, la colaboración o la información, merece la pena conocer otros escalones menos motivadores pero muy comunes para así tener claro dónde no tenemos que estar.
Esta es la escalera de la participación original, con los 9 escalones. Vamos a comentar solo algunos de ellos, aunque aquí puedes encontrar un breve análisis de la escalera y sus fases.
El primer escalón es la manipulación. En este caso, se simula un proceso de participación pero realmente ni se informa bien ni se consulta de forma adecuada. Podríamos decir que es una participación ilusoria. Incluso se utiliza a la población para defender causas que no comparten.
El cuarto escalón es la consulta. A priori puede ser interesante y de hecho se utiliza habitualmente, pero Arnstein recuerda que, si bien se recoge la opinión, no hay ningún compromiso de tener en cuenta dicha opinión ni de incorporarla en la decisión final.
El quinto escalón es lo que se llama aplacador (“placation”). Se aceptan propuestas de la ciudadanía pero de forma simbólica, para demostrar que hay una cultura participativa pero realmente no se participa en la decisión final. Podríamos llamarlo participación “bienquedista” o decorativa.
Curiosamente, todo esto nos lleva a recordar el concepto de “value washing“, concretamente el desacoplamiento: “La organización realiza muchas acciones simbólicas que se asocian con sus valores pero realmente dichos valores no se incorporan a su actividad diaria ni al comportamiento de sus líderes“. ¿Realmente los gestores sanitarios tienen clara la participación del paciente y la ven como una prioridad?