La higiene de manos sigue siendo una de las medidas más efectivas en el ámbito de la seguridad del paciente. La evidencia es clara al respecto y, para la OMS y muchos sistemas sanitarios de todo el mundo, el lavado de manos es uno de los objetivos prioritarios.
Sin embargo, por múltiples motivos, el cumplimiento de este objetivo (lavado de manos en el momento adecuado) no alcanza ni el 50%. Es decir, solo nos lavamos las manos el 50% de las situaciones en las que, según las guías, deberíamos hacerlo. Por ello, se han desarrollado diversas aproximaciones para mejorar este porcentaje: eliminar obstáculos, mejorar la ubicación de las zonas de lavado, marketing social, incentivos, formación en el puesto de trabajo, y un largo etcétera.
Vamos a hablar de dos intervenciones que proceden del campo de las teorías del cambio de comportamiento: el feedback (informar sobre si el lavado es correcto o no) y la presión social (cuando alguien te observa, solemos hacer bien las cosas). El feedback es muy conocido, respecto a la presión social hay un ejemplo clásico que analiza el lavado de manos en los lavabos masculinos teniendo en cuenta si hay gente alrededor o no.
Un equipo de investigadores de Rotterdam decidió diseñar una estrategia de mejora del lavado de manos en neonatos, y para ello decidieron realizar sesiones de cocreación con investigadores y profesionales sanitarios. El objetivo principal era cumplir con el lavado de manos antes de abrir la puerta de una incubadora. En dichas sesiones se decidieron utilizar ambas estrategias (feedback y presión social).
Para ello, se colocó un dispensador de solución hidroalcohólica junto a la incubadora, así como una pantalla, unos leds junto a la puerta y una luz de “control social” justo encima de la incubadora. Cuando la luz estaba apagada, no se permitía abrir la puerta. Si el profesional usaba la solución hidroalcohólica (información obtenida mediante un sensor) y pasaban 30 segundos desde la dispensación, la luz pasaba a verde y se autorizaba la apertura de la puerta. Si la puerta se abría antes de esos 30 segundos o sin utilizar la solución hidroalcohólica, la luz pasaba a naranja intermitente (informando que se abría la puerta sin cumplir con el lavado de manos).
Además, junto a la incubadora había una pantalla con avisos sobre el cumplimiento del lavado de manos y con un vídeo informativo acerca del modo correcto de lavado. En el caso de no cumplir el protocolo, el mensaje informaba de la necesidad de cerrar la puerta de la incubadora.
Este proyecto incorpora dos intervenciones diferentes: el feedback al profesional (con la pantalla junto al dispensador, ayudando a recordar en cada momento la necesidad del lavado de manos) y por otro lado la presión social (la luz naranja intermitente cuando no se cumple con el protocolo). No existen estudios de evaluación concretos sobre este modelo de incubadora con luz, pero el hecho de que el sistema haya sido diseñado por los profesionales quizás sea un camino interesante para mejorar la seguridad del paciente.
Fuente:
Van Gils, R. H., Helder, O. K., & Wauben, L. S. (2019). Incubator traffic light: the development of an alcohol-based hand rub dispenser system for neonatal incubators with visual feedback to improve hand hygiene compliance. BMJ Innovations.
Van Gils, R. H., Helder, O. K., & Wauben, L. S. (2019). Incubator traffic light: the development of an alcohol-based hand rub dispenser system for neonatal incubators with visual feedback to improve hand hygiene compliance. BMJ Innovations.
Enlace al artículo original.
Muy interesante Miguel Ángel, toda ayuda para disminuir las IAAS son pocas. Y este tipo de mejoras son muy útiles.
Gracias por compartir
Pablo