Hace años que empezamos a seguir en internet a Álvaro González Alorda, profesor de escuelas de negocio y autor de diversos libros sobre management. Su última obra se llama The Talking Manager y se centra en recordar que, en ocasiones, la comunicación debe abandonar la parte fría del email o el pdf y pasar al cara a cara, a las conversaciones reales. Esas conversaciones, muchas veces, son la solución a muchos problemas o sirven para catalizar una mejora pendiente en un equipo de trabajo.
En el sector sanitario, es habitual que existan profesionales que por su experiencia o por su antigüedad, o incluso por su (mal) genio, sean personas clave en la organización. Son esas personas admiradas, respetadas o temidas (incluso todo a la vez), a las que todos miran antes de decir blanco o negro, cuya decisión suele marcar el camino a seguir por mucha gente. Algunos han logrado ese respeto en base a la sabiduría, al trabajo bien hecho y a su liderazgo. Otros lo logran por el miedo, por el poder que tienen o por sus contactos.
Muchos directivos esquivan este tipo de personas, cruzan los dedos para que sigan las líneas de trabajo que se marcan, pero pocas veces hablan cara a cara para conseguir su colaboración y cooperación. Es en esos casos, cuando es necesario que el directivo se transforme en un “talking manager” y se siente a hablar y a escuchar, a conocer a esos profesionales clave (mejor dicho, a todos los profesionales, aunque a veces sea muy difícil), a mirarles a la cara y a trabajar realmente en equipo.
Por cierto, algunos (cada vez menos) de estos “líderes” utilizan tácticas de miedo y coacción con sus equipos de trabajo para conseguir sus objetivos. Es función del directivo conocer a este tipo de profesionales, analizar su papel y su forma de gestionar a su equipo, y en su caso, perder el miedo y apartarlo de esas funciones. El problema es cuando esos líderes negativos e insanos coinciden con plazas vitalicias (“pata negra”) o con directivos casi perpetuos (gracias a sus contactos principalmente). Aún así, sin miedo y diciendo las cosas a la cara, que es la mejor forma de actuar y de tomar decisiones.
Como dice Álvaro en esta presentación, menos emails y más conversaciones:
Siempre se ha dicho, las conversaciones son la base de todo , trabajo, actividad y en lo personal…… deberíamos quitarnos ese miedo y decir por una vez por todas lo que uno piensa, y siente, teniendo en cuenta lo coherente, así se actúa con plena tranquilidad y total libertad.
En mi opinión, evitar conversar las cosas denota cierta inmadurez.
yo tambien creo que evitar conversar denota cierta inmadurez.¡me encanta hablar!!!!!!