Eres muy simpátic@, pero ya no te quiero



La motivación, el liderazgo o el trabajo en equipo son conceptos muy conocidos… Pero además, en los últimos años, son conceptos que se asocian cada vez más a frases positivas, estilo Mr Wonderful, y que nos llevan a simplificar la realidad: un líder optimista es un buen líder, un líder con sentido del humor es un buen líder, y así con mil cosas más. 

Está claro que un líder optimista es mucho mejor que uno pesimista, y un líder que intente contagiar su actitud y su compromiso es casi un regalo. Pero hay que ser sinceros: esto es solo un primer paso de un camino muy largo. En este artículo, lo llaman “liderazgo Prozac” dado que el espíritu positivo que se intenta transmitir es algo artificial, y muchas veces son solo palabras (con la ventaja de que algo repetido muchas veces acaba convirtiéndose en un hecho tangible). 

Antes de seguir hay que dejar algo muy claro: la actitud del líder puede inspirar, contagiar y mejorar el comportamiento y desempeño del equipo, pero para esto son necesarias varias condiciones previas: por un lado, el equipo debe confiar en el líder, pero además este espíritu positivo debe ser coherente con el día a día. De hecho, no podemos olvidar el llamado efecto Pigmalion, la influencia de una persona sobre otra y su efecto sobre los resultados que obtiene.

Sin embargo, este exceso de pensamiento positivo puede provocar que muchos profesionales se callen sus comentarios negativos o sus críticas constructivas, dado que el espíritu imperante es casi contrario a ello (“ya viene el de marketing a aguarnos la fiesta“). Además, hay líderes que tapan o disimulan los problemas reales de la organización para evitar enturbiar ese modelo de liderazgo en el que todo es perfecto.

Para acabar, volvemos casi al principio: la desconexión del liderazgo con la realidad. Un líder cargado de buenas intenciones y de frases motivadoras en un entorno donde la plantilla es escasa, no se sustituyen las bajas, apenas hay medios y los resultados son mediocres, puede acabar generando un entorno de desconfianza entre el equipo y el líder. Ser líder implica sacar a menudo ese lado brillante, de mensajes cargados de energía y de actitud positiva ante los problemas y ante el futuro, pero sin olvidar que la actitud y las palabras hay que acompañarlas siempre de hechos: entorno laboral, estrategia, recursos, conciliación, etc. 

1 comentario en “Eres muy simpátic@, pero ya no te quiero”

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Scroll al inicio