Hace años, el médico inglés John Tudor Hart planteó la ley de los cuidados inversos, que posteriormente fue adaptada al entorno digital por Rafael Cofiño y bautizada como “ley de cuidados inversos 2.0” (os recomendamos estas dos entradas de su blog). La base de esta ley es la desigualdad en el acceso a la asistencia sanitaria ya que a mayor necesidad, más difícil es el acceso.
La transformación digital de los últimos años ha vuelto a poner de manifiesto la necesidad de evitar que las desigualdades en el acceso a la tecnología (que en ocasiones se relacionan con algunos determinantes sociales) generen una brecha en la atención sanitaria, impidiendo el acceso de determinados grupos. Podríamos decir que la brecha digital acaba generando una brecha sanitaria.
Y mientras esta reflexión iba madurando en el pozo de los borradores, de los textos pendientes, llega a nuestras manos el informe del Relator Especial sobre la extrema pobreza y los derechos humanos de la Asamblea General de Naciones Unidas, que se publicó en octubre de 2019. Este informe, breve y contundente, tiene algunos párrafos que merece la pena destacar:
“Hasta el momento, la comunidad de los derechos humanos no ha hecho un buen trabajo a la hora de convencer a la industria, al Gobierno o, aparentemente, a la sociedad en general de que todo futuro basado en la tecnología será desastroso si no se guía por el respeto de los derechos humanos que, a su vez, se base en el derecho.”
“Sin embargo, en realidad las políticas de adoptar métodos digitales por defecto o por elección suelen conllevar en la práctica métodos únicamente digitales, lo que a su vez agrava o crea mayores disparidades entre los distintos grupos. La falta de alfabetización digital conlleva la incapacidad total de usar herramientas digitales básicas, por no hablar de usarlas de forma eficaz y eficiente.“
“Si se permite que siempre impere la lógica del mercado, esta pasará por alto inevitablemente las consideraciones de derechos humanos e impondrá externalidades a la sociedad, ejemplo de lo cual son los sistemas de inteligencia artificial, que en ocasiones son sesgados y discriminatorios y reducen cada vez más la autonomía humana“.
Como conclusión, nos quedamos con una frase que ya hemos comentado en ocasiones en el blog al hablar de telemedicina y de transformación digital: “siempre debe haber una opción viable que no sea digital“. Los avances relacionados con el entorno digital deben ser tomados teniendo en cuenta todas las variables, el brillo tecnológico no puede hacernos olvidar nuestra realidad. Las decisiones tecnológicas se deben diseñar desde una perspectiva social, no comercial.