Hablar de los problemas del vigente sistema de recursos humanos de la sanidad pública ocuparía muchas páginas. Se trata de un sistema antiguo, basado en los principios constitucionales de igualdad, mérito y capacidad (como cualquier administración pública), poco ágil y que no responde a las necesidades actuales en materia de selección.
Hoy vamos a centrarnos en los procesos selectivos, concretamente en los llamados baremos de méritos. Estos baremos, que se pueden ver en las bolsas de empleo o en la fase de concurso de muchos procesos, intentan evaluar el “mérito” y la “capacidad” de los profesionales, y para ello evalúan de forma objetiva criterios como la experiencia profesional o la formación y la investigación.
Esto quiere decir que las personas con más puntos en dicho baremo estarán mejor situadas para acceder a puestos temporales. Los apartados de experiencia suelen estar bien definidos y no suelen generar problemas (x puntos por mes trabajado). Pero la parte de formación (cursos recibidos) y la de investigación (artículos, participación en congresos, etc.) es más complicada de estructurar, lo que acaba generando que existan grietas en la forma de evaluar el mérito y la capacidad del aspirante.
No podemos olvidar que las bolsas de trabajo (o listas de empleo) incluyen en algunas categorías a miles de personas, y muchas veces, tener 1 punto más, supone estar en una posición mucho mejor. Por ello, cada punto es oro, sobre todo para personas con poca experiencia profesional (recién graduados). Tal y como se suele decir: dime como me vas a puntuar en bolsa, y así me comportaré. Vamos a hablar de cursos, artículos y participación en congresos.
CURSOS. El criterio general para los cursos de formación es valorarlos según su duración, es decir, un curso de 200 horas tiene una valoración más alta que un curso de 100 horas. Para controlar su validez, se utiliza la acreditación de la Comisión de Formación Continuada (artículo 34 de la Ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las profesiones sanitarias). Sin embargo, esta acreditación es previa, y el control de la ejecución de la actividad formativa y de la evaluación se delega en la entidad que imparte la formación.
Para entender mejor el problema de los cursos, podemos ver esta encuesta realizada en Twitter recientemente:
Más de la mitad de las personas que hacen un curso de 100 horas finaliza dicho curso con una dedicación inferior a 25 horas. De hecho, es fácil encontrar las respuestas a las pruebas de evaluación de muchos cursos online acreditados ya que muchos alumnos las comparten o las suben a internet. Por ello, a este tipo de cursos se les denomina “churricursos”, dado que es fácil hacer 1000 o 1500 horas de formación en unos pocos meses. Parece que la intención es ofrecer cursos sencillos, acreditados, y que no precisen muchas horas de dedicación.
Algunos servicios de salud están empezando a limitar este problema poniendo un tope a las horas de formación por mes o por año (si durante un mes haces más de x horas, solo te cuento x). Sin embargo, el problema real es que existen decenas de empresas de formación que hacen cursos de “aprobado fácil”, habitualmente online, y más centrados en el título que en el aprendizaje. Muchos de estos cursos son “ofrecidos” por empresas farmacéuticas o de tecnología sanitaria a profesionales sanitarios.
Otra variedad muy habitual es la de los cursos en colaboración con universidades. Se trata de empresas que firman un convenio con una universidad, habitualmente privada, para que en todos los cursos que ofrezcan aparezca el logo de la universidad (lo que implica que pueden ser puntuados en las bolsas de empleo). Suelen ser empresas con amplios catálogos de cursos, máster, diplomas, expertos y demás, a precios muy bajos, y que en ocasiones ofrecen 2 ó 3 títulos por cada curso (diplomas a cachitos).
Esto no quiere decir que toda la formación se “regale” ni que los cursos online sean siempre fáciles. Hay muchas entidades y empresas con un nivel de rigor elevado, con materiales actualizados, con una evaluación estricta y que se centran en el aprendizaje y no en el título. Sin embargo, es cierto que hay profesionales que buscan títulos acreditados y baratos, y por ello existen otras empresas (con pocos escrúpulos) que ofrecen esos cursos: la ley de la oferta y la demanda.
CONGRESOS. Ocurre algo muy parecido con los congresos: los churriposters. Hay muchos casos: posters plagiados, posters encargados (pagas y te hacen el poster) o posters de baja calidad. Para saber más sobre este tema, te recomiendo que leas estos dos enlaces: Churriposter: a propósito de un caso (del blog de Azucena Santillán) y Actividad científica enfermera y congresos: uso y abuso (artículo publicado en Ciberindex).
Uno de los problemas asociados a los churriposters es la exigencia de los congresos científicos. En algunos congresos, se aceptan prácticamente todos los posters y comunicaciones, dado que eso implica que hay más inscripciones. Solo con echar un vistazo a los libros de comunicaciones de los congresos es suficiente para comprobar el nivel de exigencia a la hora de evaluar los trabajos.
REVISTAS. A priori, las publicaciones en revistas sería lo más sencillo de evaluar, dado que la calidad de las revistas es fácil de conocer gracias a los procedimientos de indexación. Muchas bolsas de trabajo exigen que los artículos estén publicados en revistas indexadas, y por ello esto retira de la circulación los artículos en las revistas de baja calidad (predatory journal). Pero no siempre se exige que el artículo esté publicado en revistas incluidas en bases de datos.
Con los libros es más difícil separar el grano de la paja. Se suele exigir que el libro tenga ISBN (algo que no implica calidad científica) y por ello solo queda que la comisión de selección revise cada capítulo y compruebe si realmente tiene calidad científica o no.
¿Qué estamos viendo? Hay empresas en España que ofrecen revistas y libros para que cualquier persona envíe su texto, y sin revisión ni nada, se incorpora a una revista o libro de título muy general. Estas revistas/libros suelen tener cientos de páginas, con maquetación casera, sin datos del editor ni del comité científico, y sin una temática común. El objetivo es obtener el certificado de publicación de revista o libro y el precio por publicar y obtener el codiciado certificado ronda los 40 euros.
En resumen, que el hecho de establecer baremos de puntuación de este tipo está generando que muchos profesionales busquen específicamente las actividades que les permiten obtener puntos. Por ello, en ocasiones, el aprendizaje/investigación queda relegado a un segundo plano y es el título lo único importante. ¿Cómo se puede atajar esto? Cambiar el modelo de selección sería una buena opción pero apenas hay alternativas reales y, de hecho, prácticamente todos los servicios de salud tienen modelos similares.
Eso sí, es necesario recordar que las prácticas descritas no son las habituales, y que hay muchos congresos que se toman muy en serio las aportaciones (poster o comunicación) de los asistentes, así como muchas empresas y organismos que organizan cursos con rigor, seriedad, contenidos actualizados y muy centrados en el aprendizaje del alumno.
Como pregunta final: ¿hay algún modelo objetivo, ágil y legal que permita diferenciar entre miles de personas para elegir a la mejor frente al resto de cara a un nombramiento temporal? Esto da para otro post…
Muy interesante! Creo que habría que mejorar los baremos y los criterios. Y creo que se debería acabar con la injusta discriminación – en mi opinión – de que las horas trabajadas en medicina privada cuenten 1/3 frente a la misma hora de trabajo en sanidad pública. GRACIAS.
Gracias Miguel-Angel por las originales aportaciones que documentan las notorias insuficiencias del sistema de concurso de méritos. Tengo mucha curiosidad por la siguiente entrada. ¿Existirá alternativa a la universalmente utilizada que lleva a seleccionar bien porque el seleccionador ‘se juega algo’? Difícil sin autonomía de gestión responsable en un marco de competencia por comparación en calidad.
Hola Vicente.
Gracias por pasarte por aquí. La autonomía de gestión es muy necesaria y quizás replantear cuales son los límites en el caso del personal estatutario, ya que las garantias de ser personal público a veces son casi una barrera para la mejora.
Sigo investigando 🙂
Importante lo que dices, y es necesario aquilatar al máximo la estructura del baremo en cada convocatoria, cosa que pretendemos habitualmente en los que tenemos responsabilidad. Pero eso, efectivamente, no puede impedir los usos un tanto ilegítimos que pueden producirse en algunos cursos como los que comentas.
Nosotros incorporamos a la evaluación de todos los cursos on-line una pregunta sobre la adecuación de la duración estimada y la realmente dedicada (lo que nos sirve además para confirmar nuestro criterio en la estimación), y más del 80% contestan que si se da esa adecuación; y los que no lo valoran así, se reparten por encima y por debajo. Bueno, al menos parece que no estimamos muy mal. Quizá fuera adecuado exigir la presencia de esa pregunta en las solicitudes de acreditación. Ahora, tengo la sensación de que cuando la estimación no es muy realista, por lo que veo en algunos cursos ajenos, la acreditación tiende mucho a la baja.
En fin, hay que seguir mejorando.
Buenísimo artículo, hay que cambiar los baremos por toda las situaciones que comentas en el artículo. Demasiadas insuficiencias en un sistema que dudo que cambie durante los próximos años, ojalá me equivoque.
Por cierto no conocía tu blog, he llegado aquí por pura causalidad pero me he leído de golpe varios post tuyos y sinceramente ¡enganchan! Sigue así.
Saludos.
Gracias Carmen!
Hola Miguel Ángel! La contratación por bolsa no cambia porque es el sistema establecido y la opción menos mala. Lo peor no es sólo la falta de idoneidad del candidato con más puntos para el puesto, es la desmotivación de los profesionales. La creación de bolsas más especificas, auditorias externas, replantear que méritos son baremables o no (como los churricursos), baremación anual si o si y convocatoria de oposiciones cada 2-3 años pueden ser medidas que ayuden a mejorar el uso de las bolsas y la creación de empleo estable.