¿Realmente #cambiacongreso era esto?

Tanto tiempo esperando un cambio en el modelo formativo y de congresos y, de repente, todo se transforma de un día para otro. La disrupción que estábamos esperando resulta que llegó en marzo, y obligó a cientos de congresos, cursos, seminarios y jornadas a reinventarse de forma acelerada. ¿Y cuál ha sido el resultado? Pasarnos horas delante de una pantalla viendo webinars, vídeos, sesiones en Zoom, Jitsi o Youtube. Pero, ¿ya está? ¿ese es el nuevo modelo?

Hace años pusimos en marcha un hashtag (#cambiacongreso) con el objetivo de compartir ideas y experiencias para el rediseño del modelo de congresos y jornadas en el ámbito sanitario. En aquel momento se habló de un modelo híbrido, uniendo la parte presencial y la virtual, potenciando la conversación previa (como hacen en los SIAP, por ejemplo) y recordando que la parte presencial debe incorporar el binomio aprendizaje/networking. Pero lo que estamos viendo este año no es precisamente eso.

El gran error ha sido confundir la digitalización y la transformación. Por supuesto, el cambio que hemos sufrido no nos ha dejado casi margen de actuación y hemos tenido que improvisar. Pero lo que estamos viendo es una sucesión de eventos de todo tipo, que se amontonan en tuits o en correos electrónicos, y que inundan nuestra agenda. Algunos de estos eventos son muy interesantes, otros son prescindibles, otros son puramente comerciales (te suelto un rollo y te vendo la moto) y otros sencillamente sirven para robarte el tiempo.

En cuanto a los congresos, muchos de los que viene en 2020 se han transformado en virtuales. Además, algunos lo han cambiado con mucho acierto (debate previo, streaming de mesas, plataforma ad-hoc para el congreso, etc). Pero hay diversas limitaciones que hay que tener en cuenta: para un congreso virtual nadie va a pedirse un día, así que la asistencia en directo será irregular; la atención que se presta a los vídeos no es la misma que cuando estamos en una sala (nos encanta el multitasking cuando estamos sentados ante el ordenador); el networking a través de avatares o en un foro puede ser interesante, pero no es lo mismo hablar con alguien escribiendo en el teclado que en el café entre sesión y sesión. Y así podríamos seguir un buen rato…

¿Se puede hacer algo? Quizás deberíamos repensar lo virtual, darnos cuenta que no podemos digitalizar el congreso o jornada habitual sin más (poner al conferenciante de siempre ante una webcam en el salón de su casa). Hay algunos elementos muy positivos, como la grabación de las sesiones, la generación de un archivo digital de mesas y talleres que puede servir para un futuro, la reducción de viajes o el menor coste para los asistentes. Pero hay mucho más:

– Como dice Tessa Richards en este artículo del BMJ, hay que replantearse si las conferencias y sesiones que se hacen son necesarias. Quizás necesitamos menos pero mejores. Y esto no quiere decir que solo son buenas las grandes o las organizadas con mucho dinero. A veces, las sesiones casi improvisadas, con ponentes casi desconocidos, nos transforman la forma de ver las cosas.

– La parte de realidad virtual (como en Ready Player One) puede ser muy interesante, pero falta mucho por desarrollar. Hay experiencias muy interesantes a las que conviene seguir la pista.

– Quizás, solo quizás, algunos congresos son una herramienta de generación de ingresos para la entidad organizadora (colegio, sociedad científica, etc). El cambio de modelo puede implicar una disminución de los ingresos en algunas sociedades, sobre todo si hablamos de reducir el número de eventos o concentrarlos para evitar la saturación.

– La industria farmacéutica tiene que reinventarse con esto de la formación (no olvidemos que es la impulsora y coordinadora de muchos eventos). Inundarlo todo de webinars no es buena idea, y el nivel de saturación de los profesionales ya es elevado. La difusión del conocimiento es esencial, pero hay que pensar en otras opciones para evitar llegar a la verdadera “death by zoom“.

Creo que todos hemos aprendido mucho en esta época, y los webinars han tenido un papel muy importante en la difusión rápida de conocimiento y en el trabajo virtual en equipo . Además, ha servido para convencer a mucha gente y para apartar algunas barreras de los que se resistían. Pero ahora es el momento de volver a diseñar el modelo formativo, y quizás el equilibrio surja entre la vieja y la nueva normalidad, entre el salón de actos con moqueta y el Zoom infinito.

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