Equipos al límite

Una de las claves del éxito en la gestión de crisis es el trabajo en equipo. Sí, suena a tópico y a comentario habitual en cualquier jornada sobre gestión, pero la pandemia ha demostrado su veracidad. Los equipos han sido claves para conseguir un desempeño óptimo. Pero no ha sido fácil trabajar en equipo, de hecho ha habido (y hay) obstáculos que no ayudan. Y muchos obstáculos tienen que ver con la propia organización, los jefes o incluso los miembros del propio equipo.

En la revista BMJ Quality and safety han publicado un interesante artículo (“Managing teamwork in the face of pandemic: evidence-based tips“) que analiza los problemas que pueden tener los equipos en las organizaciones sanitarias en crisis como la de COVID-19. Pero además propone recomendaciones basadas en la evidencia para mejorar el desempeño y superar esos problemas.

Las situaciones que pueden generar tensión y estrés en los equipos aparecen en la siguiente tabla. Se agrupan en diversos niveles, según si se origina en el nivel individual, grupal, organizacional o en el entorno de cada trabajador. La reorganización de muchos equipos asistenciales, la falta de recursos, la posibilidad de realizar procesos o técnicas nuevas (por falta de experiencia, por ejemplo) y el impacto de la pandemia en el propio individuo y su entorno son los principales causantes de estas situaciones.

Estos problemas pueden acabar en algún caso generando situaciones de riesgo para el equipo. Los autores destacan las siguientes: no creer que el equipo pueda tener éxito, centrarse demasiado en uno mismo, no existen modelos mentales compartidos (roles, valores, etc), miedo a hablar claro, rupturas internas (grupos dentro del equipo), falta de control de la actividad, problemas en los procesos, inexistencia de feedback.

Finalmente, en el citado artículo proponen algunas recomendaciones basadas en la evidencia para esquivar estas situaciones de riesgo y conseguir que los equipos multidisciplinares en situaciones de crisis puedan realizar de forma adecuada las tareas y procesos que tienen asignados. Entre otras recomendaciones, destacamos las siguientes:

  • Compartir historias de éxito y buenas prácticas en el equipo y entre equipos.
  • Realizar reuniones rápidas para compartir prioridades, valores y conocer los roles propios y de los demás.
  • Reconocer los éxitos de forma colectiva, evitando los individualismos o que un subgrupo concreto se lleve las medallas.
  • Generar un clima de trabajo de control, compartiendo los problemas desde una perspectiva de aprendizaje y evitando que los errores se asocien a castigos.
  • Promover un clima de seguridad psicológica en el equipo de tal forma que cualquiera pueda hablar.
  • Entender y apoyar (si es posible) las situaciones personales que estén causando problemas a algún miembro del equipo.
  • Adaptar de forma ágil los procesos a la realidad, evitando que la incertidumbre nos paralice.

Finalmente, aunque los autores no lo incluyen, hay dos elementos cruciales para conseguir que el trabajo en equipo sea efectivo. Uno es la seguridad, entendida a un desempeño con todas las garantías, es decir, equipos de protección, recursos y equipamiento, etc. Por otro lado, las condiciones de trabajo, es decir, la relación contractual, la coordinación (no percibir caos), la comunicación ágil y efectiva (esencial en tiempos de crisis), etc.

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