Todo empezó un 1 de febrero de 1984, cuando el Boletín Oficial del Estado publicaba una norma, aparentemente banal, que certificaba la creación de los centros de salud y de los equipos de atención primaria. O quizás todo había empezado antes, con la Declaración de Alma Ata, que revolucionó el modelo sanitario en medio mundo.
Desde entonces, la atención primaria ha ido creciendo, y a su manera (o mejor dicho como le han dejado) ha asumido su papel de gatekeeper dentro del sistema sanitario. Sin embargo, los problemas de siempre permanecen: consultas masificadas, poco énfasis en lo comunitario, dotación presupuestaria insuficiente, etc. Y de repente, llegó la moda de la cronicidad, en forma de planes y estrategias, con nuevas herramientas y modelos organizativos para cambiar la asistencia y centrarnos en los pacientes que más lo necesitan.
La gran duda es la de siempre: ¿quién va a coordinar la cronicidad? Parece lógico pensar que atención primaria pero hay otras especialidades que no quieren renunciar a su parcela en el escenario de los crónicos. Estar puede implicar trabajar más pero con posibilidad de medalla, no estar implica ser cola de ratón. Y todos se apuntan, como recuerdan Meneu y Peiró: “El manejo de crónicos empieza a ser, también en nuestro país, un interesante nicho de negocio para distintos candidatos a proveedores. Imaginemos pues que, contra toda la doctrina de referencia en AP, la gestión de algunos procesos, básicamente crónicos, se empieza a subcontratar con nuevos prestadores, surgidos de sus activos en el conocimiento (programas de gestión), el tratamiento (empresas farmacéuticas), la monitorización, o de la extensión de capacidades ociosas de algunos proveedores ya instalados en otras áreas del sistema.“
Entonces, ¿los modelos de crónicos no funcionan? Pues no, pero sí, es decir, hay evidencia en algunos casos y para algunas herramientas, aunque también cabe decir que todo depende de la implementación. Como señala el artículo sobre el modelo vasco: “La utilización en la estrategia de marcos teóricos sólidos, comparativa internacional y evidencia robusta sobre la atención a pacientes crónicos fue relevante, pero no garantizó su éxito“. Quizás cuando otros servicios de salud empiecen a publicar sus evaluaciones de los planes podamos tener más información, pero por ahora se trata de modelos implantados sin evidencia concluyente y sin evaluación posterior.
Como señalan Minué y Fernández: “Cabe preguntarse si un verdadero fortalecimiento de la AP no sería la mejor opción ante los desafíos sanitarios planteados, sin necesidad de recurrir a innovaciones externas sin evidencia de su efectividad“. Juan Simó lo resume muy bien en su blog.
Hola a todos.
El último post de @manyez hace que a uno le vengan recuerdos de ciertas cosas, y n hace tanto de aquello.
Me refiero a cuando desde la Atención Primaria (AP) se tuvo que hacer el cambio a medicación genérica, con el consiguiente cambio de mentalidad por parte de los usuarios. Aquello de 'educar' ya tiene viene de lejos.
Y es que por aquel entonces el ambiente estaba un tanto 'irritado' ya que hacía relativamente poco de la actualización del listado de productos que iban incluidos en la sanidad pública, con la supresión de algunos productos históricos: colirios, pomadas, etc…
Todo ligado para acabar derivando en la implantación de la receta electrónica, con el fin de controlar el gasto de farmacia y las posologías, entre otras cosas.
Quizá la pregunta sería si estamos dispuestos a asumir otro modelo de gestión de la cronicidad, teniendo en cuenta que detrás hay ítems como el de la industria farmacéutica o ciertos intereses partidistas.
No olvidemos que cuando hablamos de Sistema Nacional de Salud (SNS), en realidad estamos hablando de un conglomerado de microsistemas dividido por CCAA.
Al final, la cronicidad es como la frecuentación; es decir, dependiendo del prisma las conclusiones pueden variar.
Gracias Mañez. Si me lo permites escribo alguna cosa que se me ha encendido en la cabeza mientras te leía.
La Estrategia de Crónicos es una "filosofía" de atención. Muy bien descrita por Rafael Bengoa. Qué consiguió una implementación importante en Euskadi. Por eso es de la única que hay datos.
Está asentada en principios sólidos y bien estudiados. Se está implementando en varios países europeos por el ahorro de gasto que supone.
Hay muchos sanitarios que llevan practicandola toda la vida.
El problema es su implementación perversa. La EC es una de las armas que se están utilizando contra la Atención Primaria… Pero podría ser una oportunidad de "revivir" la AP..
En mi opinión hay que leer con atención el proyecto de Bengoa y seguir lo más de cerca posible la EC del País Vasco, que publica datos continuamente (en la web de Osakidetza). La EC está dotada de instrumentos de medida para su evaluación…
Gracias por estar ahí (guiño sonriente)