En el trabajo sobre compromiso en las organizaciones que publicó Sean Graber en 2015 en Harvard Business Review, el autor planteó una matriz con nueve arquetipos del compromiso laboral. Para ello, asoció la forma en la que cada trabajador percibe su trabajo y su comportamiento en la organización (también lo comentan en Inusual). La tabla es la siguiente:
En este tipo de matriz es muy interesante analizar los extremos. Hay dos muy claros: los saboteadores (mal comportamiento y mala percepción de su trabajo) y las estrellas (nivel muy elevado en ambos). Pero los otros dos extremos, en los que se une una parte muy positiva y otra muy negativa, es donde se plantean los dilemas, los retos y los problemas.
Por un lado tenemos a los mártires: profesionales con un comportamiento constructivo (en términos de esfuerzo, desarrollo profesional, relaciones en el equipo, etc) pero con una percepción muy negativa de su trabajo (es decir, su visión de liderazgo, incentivos, cultura de la organización, funciones del puesto que ocupa, etc). Es decir, esas personas que se esfuerzan mucho pero que siempre critican la actitud de la organización y su estilo.
Pero en el otro extremo, aparecen unas personas muy peligrosas: los mocosos o consentidos. En este caso, el comportamiento es destructivo pero la percepción del entorno y de la organización es buena. Es decir, personas que alaban a la organización pero que actúan de forma muy destructiva en términos de relaciones, esfuerzo, etc. Es decir, sonríen al director pero destrozan a su equipo y a su responsable inmediato. ¿Los motivos? Seguro que hay miles… Aunque si lo pensamos bien, suena a personas que quieren demostrar el poder que tienen, dar a entender que sin ellos es imposible que la organización avance o crecer en su liderazgo informal (me porto mal, pero aquí estoy).
Aunque nos parezca que hay que huir de este tipo de profesionales, es necesario pensar antes de actuar. Todos estos comportamientos o percepciones negativas suelen tener un motivo, y es conveniente conocerlo, ya que es la única forma de salvar los muebles. Pero cuidado, dejarse llevar por los cantos de sirena de los consentidos mocosos o por la capacidad de trabajo de ls mártires acaba siendo tóxico. Muy tóxico.
Excelente post
Gracias Sara