Las encuestas de clima laboral son herramientas muy potentes para conocer la satisfacción de los profesionales, así como su opinión y percepción sobre diversas variables relacionadas con el tipo de trabajo, el salario, el equipo, la relación con los jefes, cultura de la organización, etc. En muchas organizaciones sanitarias se realizan encuestas anuales de este tipo que sirven para establecer líneas de mejora.
Además de las encuestas de riesgos psicosociales que elaboran las unidades de prevención de riesgos laborales, estas encuestas son uno de los pocos medios que se utiliza para escuchar la voz del profesional de forma directa, sin organismos intermedios representativos ni nada parecido. Hay un concepto relacionado que se denomina “calidad de vida laboral”, y que se define como la experiencia que tiene una persona en relación con su trabajo. Un buen ejemplo de la utilidad de este tipo de análisis es el artículo “Clima laboral en atención primaria: ¿qué hay que mejorar?” o este otro “El clima emocional en los equipos de atención primaria. Una aproximación cualitativa“.
Sin embargo, las cosas no son lo que parecen. No todas las organizaciones sanitarias realizan este tipo de encuestas, y entre las que lo hacen, algunas ni siquiera ponen en marcha acciones de mejora. Apenas existen iniciativas a nivel autonómico para que todas las organizaciones del mismo servicio de salud utilicen un modelo común de encuesta o cuestionario que permita comparar o elaborar un benchmarking, o incluso establecer indicadores de calidad de vida laboral. Por ejemplo: un centro de salud que sea el primero en cobertura vacunal, pero el último en satisfacción del profesional.
Además, en muchas ocasiones, estas encuestas incluyen un espacio para comentarios, lo que permite recoger información muy completa para analizar las diversas unidades y comprobar si es posible mejorar las condiciones de trabajo en alguna unidad (o incluso si algún jefe resulta no ser tan bueno). Algunos centros crean grupos de trabajo de mejora y ponen en marcha medidas organizativas con el apoyo de los directivos (otras veces, las menos, los resultados se esconden).
Y mientras por aquí hay organizaciones que ni siquiera preguntan a sus trabajadores, en otros países las encuestas se elaboran cada año y además los resultados se publican en una web. Se trata del National Health Service y su web NHS Staff Survey Results. De hecho, a partir de los resultados de las encuestas se ha editado este mes un informe llamado “Closing the gap. Key areas for action on the health and care workforce” elaborado por The Health Foundation, the King’s Fund y Nuffield Trust.
Una encuesta no es el mejor modo de escuchar al profesional, pero es un gran primer paso. El siguiente paso es tener en cuenta su opinión. Hay que intentar acompañar este tipo de herramientas con entrevistas, reuniones, grupos de trabajo, o incluso tomar un café, para de esta forma conseguir información para mejorar. Y después se puede pedir la opinión a colegios profesionales, sociedades científicas o sindicatos: a veces hay diferencias abismales entre lo que cuentan los profesionales y lo que transmiten sus representantes, otras no.