Más madera: excelencia y endogamia.

Gestión por competencias, talento, elegir al mejor, excelencia… Estas palabras suelen llenar las charlas, los webinars y los cursos sobre gestión sanitaria. Sin embargo, aunque sea algo que se predica a diario, es un mensaje que no está calando tanto como parece. ¿La endogamia es resistente? Sin duda.

Llevamos muchos años hablando de este tema. De hecho, en entradas como “El caso del nuevo miembro del equipo” o “¿Contratar al mejor o al de la casa? Dilemas del día a día” hemos planteado un caso práctico muy habitual:
– Surge una vacante en un servicio médico de un hospital.
– Hay dos candidatos que acabaron el MIR hace 2 años: P.G.O. (un médico que se ha formado “en la casa” y que estaba haciendo contratos cortos en el propio hospital) y T.R.A. (una médico del hospital de al lado, muy bien formada y con un curriculum muy bueno).
– ¿A quién seleccionas?

Siempre que planteamos este caso, tanto en el blog como en cursos, la respuesta mayoritaria es contratar al mejor, habitualmente a la médico del hospital vecino. Sin embargo, en la mayoría de casos del día a día, se elige al médico de la casa. La costumbre pesa mucho.

Podríamos pensar que se trata de profesionales ya formados en las técnicas y protocolos propios, y que ya conocen la cultura del hospital y del servicio, pero ¿no es una trampa a largo plazo? ¿No se está fomentando una cultura en la que prima más la costumbre que la mejora y la innovación? Vicente Ortún y María Callejón proponían hace unos años que “La endogamia tiene fácil remedio prohibiendo durante unos años la contratación de los MIR formados en el hospital“, una medida muy en la línea de lo que cuentan en esta noticia de 2018 sobre el ámbito universitario: “El fin de la endogamia: por qué triunfan las universidades que no contratan a sus alumnos“.

Lógicamente, la continuidad de los residentes en su propio centro favorece el trabajo diario (no hay nadie nuevo al que enseñar) y además el hecho de no tener que irse a otro hospital permite que la conciliación con la vida familiar sea más sencilla. Incluso es posible conseguir esa cultura de innovación y cambio en un centro basado en la endogamia, pero es difícil (cuesta mucho pensar diferente cuando siempre has visto lo mismo). El dilema surge cuando se elige a una persona, formada en el propio hospital, que cae bien a todo el mundo, pero sabiendo que no es la mejor (“me sabe mal no elegirla“, “la conocemos desde que empezó“).

¿El mejor o el de la casa? La duda sigue en el aire. Tal vez la cuestión es intentar que el mejor sea el de la casa…

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