Proteus lleva años trabajando en un sensor ingerible para medicamentos. Ha sido un proceso lento, de hecho fue en 2012 cuando anunciaron que la FDA había aprobado el sensor, es decir, el soporte que se adhiere al medicamento (desde el punto de vista de la seguridad para el paciente). Posteriormente, en 2015 la empresa anunció que la FDA había aprobado el sensor como herramienta de seguimiento de la adherencia al tratamiento (esto es, su efectividad).
Finalmente, esta misma semana, la FDA ha anunciado la autorización del primer medicamento que lleva incorporado el sensor de control de adherencia de Proteus. Se trata de Abilify MyCite (aripiprazol), un antipsicótico. Lo más llamativo de esta novedad es que el sensor comestible que va adherido a cada comprimido (del tamaño de un grano de arena) envía la información del momento de la ingestión a un parche que a su vez lo notifica a un dispositivo móvil. De esta forma, el seguimiento de la adherencia no depende de la palabra del paciente. Lógicamente, para hacer este seguimiento (al más puro estilo Gran Hermano) es necesario contar con el consentimiento del paciente. El funcionamiento del sensor es el siguiente (lo podéis leer también en esta infografía):
Finalmente, esta misma semana, la FDA ha anunciado la autorización del primer medicamento que lleva incorporado el sensor de control de adherencia de Proteus. Se trata de Abilify MyCite (aripiprazol), un antipsicótico. Lo más llamativo de esta novedad es que el sensor comestible que va adherido a cada comprimido (del tamaño de un grano de arena) envía la información del momento de la ingestión a un parche que a su vez lo notifica a un dispositivo móvil. De esta forma, el seguimiento de la adherencia no depende de la palabra del paciente. Lógicamente, para hacer este seguimiento (al más puro estilo Gran Hermano) es necesario contar con el consentimiento del paciente. El funcionamiento del sensor es el siguiente (lo podéis leer también en esta infografía):
Hay muchas dudas éticas alrededor de este producto, como cuentan en The New york Times y en El Confidencial. Incremento de la desconfianza en el médico o conductas de rechazo por el control exhaustivo del paciente, que además son habituales en los pacientes con enfermedad mental. Sin embargo, el control de la adherencia al tratamiento puede ayudar en algunas patologías cuya mejora depende del cumplimiento terapéutico.
Existen otras empresas que siguen investigando en dispositivos de seguimiento de la adherencia al tratamiento, como etectrx (sensor de gelatina comestible que se ingiere con el comprimido, y del que podéis aprender más en esta entrada del blog Enfermería Tecnológica) o aicure (una app de reconocimiento facial que puede confirmar cuando se toma el paciente el comprimido). Y además seguro que en breve surgen nuevos medicamentos que incorporan el sensor de proteus o cualquier otro.
Dos curiosidades sobre el sensor y su funcionamiento:
1. La FDA deja muy claro en su nota de prensa que la documentación del medicamento no indica en ningún momento que se haya demostrado la mejora de la adherencia por parte del paciente (“It is important to note that Abilify MyCite’s prescribing information (labeling) notes that the ability of the product to improve patient compliance with their treatment regimen has not been shown“). Es muy llamativo ya que se presupone que esta es la principal ventaja del dispositivo, pero por ahora no hay evidencia.
2. El dispositivo tarda entre 30 minutos y 2 horas en registrar la toma del medicamento.
Y una duda ética: ¿seremos capaces de hacer un uso exclusivamente asistencial de este tipo de dispositivos? ¿O se abre el campo para aseguradoras que pretendan penalizar a sus asegurados por no seguir los tratamientos?
Nota: no os perdáis el post sobre la pastilla digital y sus efectos sociales en el blog del Colectivo Silesia.
Y una duda ética: ¿seremos capaces de hacer un uso exclusivamente asistencial de este tipo de dispositivos? ¿O se abre el campo para aseguradoras que pretendan penalizar a sus asegurados por no seguir los tratamientos?
Nota: no os perdáis el post sobre la pastilla digital y sus efectos sociales en el blog del Colectivo Silesia.