El (bajo) valor y la salud digital

Se ha hablado mucho de los cuidados que no aportan valor al paciente, pero siempre en entornos tradicionales. Por eso, nos ha gustado mucho encontrar un breve artículo publicado en 2021 en la revista Healthcare sobre las situaciones en las que la salud digital NO aporta valor. La mayor parte de lo que se publica sobre salud digital suele ser muy positivo (y de hecho tenemos muy claras sus ventajas), pero de vez en cuando hay que recordar los riesgos para no caer en la trampa del entusiasmo que no nos deja ver el bosque.

Los autores del artículo proponen una tipología muy práctica de problemas asociados a herramientas de salud digital que no generan valor. Vamos a comentar algunos de los ejemplos que plantean, aplicables al terreno de las apps, wearables, telesalud, etc.

  • Existen muchas aplicaciones que ofrecen (o más bien prometen) cuidados y terapias y que no han sido validadas o revisadas por expertos. De hecho, existen muchas revisiones de apps en patologías específicas que muestran claramente los problemas de esta falta de validación, ya que muchas apps no mejoran la situación del paciente.
  • La salud digital, concretamente las consultas online, pueden influir en la toma de decisiones clínicas. En este estudio sobre la prescripción de antibióticos en niños se comprobó que la prescripción fue mayor en las visitas virtuales frente a las consultas presenciales. Además, la prescripción en teleconsulta se basó menos en las guías que en las visitas presenciales.
  • La evidencia no es del todo clara, pero la telesalud parece generar más consultas. No hay un efecto sustitución 100% y por ello la actividad crece, ya que muchas de las consultas online no tendrían lugar en un entorno puramente presencial. Sin embargo, habría que plantearse el debate de si incrementar la accesibilidad y, en su caso, el número de visitas, es positivo o negativo, ya que hay síntomas o problemas que pueden quedar ocultos o no comunicarse.
  • El uso de wearables puede provocar sobrediagnóstico, sobretratamiento e incluso uso innecesario de recursos. Con carácter general, la monitorización excesiva de variables relacionadas con la salud no se asocia con una mejora de resultados. Además, muchos dispositivos portátiles tienen unos niveles de falsos positivos inadecuados. Tal y como decía hace unos días Rafa Bravo, más información puede ser peor.
  • Existen muchos problemas relacionados con la elección de una app concreta. Mientras no se recomienden apps desde las consultas o se publiquen revisiones de apps orientadas al paciente (por ahora no es algo generalizado), tendremos el riesgo derivado de elegir una app no adecuada o sin evidencia. Hay muchas apps basadas en la evidencia, pero por ahora las más habituales son las apps basadas en el marketing.
  • El exceso de medición puede generar estrés al paciente. Variables, alertas, avisos… todo puede generar un cansancio que conlleve el abandono del wearable o app.
  • La consulta presencial tiene un rasgo esencial para la relación entre el profesional y el paciente: la conversación cara a cara. En algunas modalidades de telesalud (la consulta telefónica por ejemplo), esta conversación pierde matices, la comunicación no verbal es casi residual y ello puede implicar problemas a la hora de establecer estrategias de promoción de la salud o consejo sanitario para cambio de hábitos.

No se trata de problemas graves que invalidan la salud digital, ya que las ventajas son incuestionables (por ejemplo, durante la pandemia ha sido una herramienta imprescindible). Sin embargo, el entusiasmo debe ir siempre de la mano de los riesgos, para así mejorar las herramientas y la utilidad y reducir (o controlar) los problemas potenciales.

Como lectura complementaria, os recomendamos este interesante (y breve) artículo de NPJ Digital Medicine sobre la necesidad de contar con una validación a tiempo de las herramientas y estrategias digitales. Entre otras propuestas, incluye unas recomendaciones para evaluar cualquier proyecto de este tipo, que bien podría servir de guía rápida para hacernos preguntas ante una tecnología concreta.

Referencias:
O’Reilly-Jacob, M., Mohr, P., Ellen, M., Petersen, C., Sarkisian, C., Attipoe, S., & Rich, E. (2021). Digital health & low-value care. In Healthcare (Vol. 9, No. 2, p. 100533). Enlace
Mathews, S. C., McShea, M. J., Hanley, C. L., Ravitz, A., Labrique, A. B., & Cohen, A. B. (2019). Digital health: a path to validation. NPJ digital medicine, 2(1), 1-9. Enlace

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