No pasará a la historia como un gran guitarrista, y de hecho lo vi pocas veces coger una guitarra. Había una en el cuartito en el que yo me encerraba para (intentar) estudiar, ese sitio donde se forjan los sueños, llena de papeles, de discos, de revistas y de locuras. Algunas tardes de domingo, cuando el examen del lunes acechaba, y yo revisaba los apuntes, aparecía y cogía la guitarra para animarme y ayudarme a vencer a la pereza.
Una de las canciones que siempre recuerdo es “Torna a surriento“, una vieja canción napolitana de principios de siglo XX, que tocaba a ritmo de rondalla (sin cantar, casi como un acompañamiento). Una canción sencilla, alegre, de las que invitan a nunca perder la esperanza. Hasta Elvis hizo una versión…
Un abrazo enormeeeeee! Él siempre estará en ti.
Muaks!!!!!