La desconfianza lastra cualquier atisbo de mejora





El profesional ya no confía en nadie. Los políticos son los primeros de la lista: planificación electoralista, decisiones apresuradas y sin consultar con nadie, nula transparencia, etc. Los sindicatos van casi de la mano: alianzas extrañas, mensajes contradictorios y una lucha más clara por su supervivencia como entidad que por el propio trabajador. 


¿Y qué decir de los colegios profesionales? Los medios están inundados de noticias sobre sus movidas sucesorias (sigue el presidente, no sigue, denunciamos al presidente, no lo denunciamos, el colegio A se pelea con la organización colegial, etc.) y claro, poco tiempo suele quedar para defender al profesional. Y el profesional no tiene más remedio que luchar por su cuenta, o mejor dicho, defenderse como puede, consciente de su aparente debilidad individual.

Las sociedades científicas siguen su camino, a un lado el camino de la evidencia y al otro el de la publicidad y los patrocinios. Abanderar la evidencia implica perder dinero, llenar su chaqueta de marcas y anuncios implica perder credibilidad. Pocas tienen claro su papel, pese a que el profesional si lo suele tener claro.

Acabamos con los mandos, jefes y directivos. Muchos siguen pensando en salvar su espalda, con decisiones de bajo nivel, con silencios estratégicos y con movimientos teledirigidos al compás de los recortes, generalmente mal diseñados. Y olvidan que muchas veces la desfinanciación de un medicamento (un ejemplo al azar: condroprotectores) tiene más efecto que las otras medidas.

Si todo girara alrededor del paciente, y el profesional fuera uno de los ejes a la hora de diseñar el futuro, quizás no estaríamos escribiendo este post. Y para acabar, una reflexión final, ¿se puede confiar a ciegas en todos los profesionales? ¿están todos dispuestos a colaborar? Nos queda mucho por hacer, muchísimo… 


Como decía la canción: “We can’t go on together, with suspicious minds

11 comentarios en “La desconfianza lastra cualquier atisbo de mejora”

    1. Lo tengo a medias, empecé, lo dejé (una mudanza tuvo la culpa), lo retomé, y ya empieza a quedarle poco. Pero todo surgió por una reflexión, hablando con gente de fuera del sistema, que ven como va todo y te hablan sin miedo 🙂

      Gracias a ti por el libro y por comentar 🙂

    2. Para mí, ésa fue justamente la motivación y fundamentalmente aquí, en Andalucía: la necesidad perentoria de romper con el miedo y la amenaza velada. La urgente obligación que tenemos de denunciar un ambiente de trabajo que sólo puede calificarse de tóxico. Lo peor, con todo, no es mi opinión, que podría descalificarse con relativa facilidad. Es ver lo que piensa la gente joven, con la que comparto cerves todos los días. Frase textual, sin condicionantes, sin favorecer o sugerir la respuesta, de un/a joven profesional – recién acabada la residencia – con el / la que compartí aperitivos hace días: "En el SAS hacen sentir a todo el mundo que es una mierda…" No es el/la únic@. Es la tónica general. Pero nadie habla, nadie dice nada.

  1. No es fácil confiar en políticos y gestores que en lugar de invitarte a una mesa de diálogo real te quieren vender a la gestión privada aduciendo que el sistema funcionarial del médico español es una anomalía. Deberían leerse la cédula de Alfonso X que instituye a los médicos titulares como funcionarios públicos… Sin capacidad de liderazgo los huevos de la huevera acabarán hechos tortilla… Efectívamente no hay forma de trabajar en equipo, cabría la remota posibilidad de movilizar al personal con una dirección basada en el diálogo, la transparencia y la búsqueda sincera del bien común. ¿Están dispuestos los líderes a hacerlo? ¿y los profesionales?

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