Ya estamos otra vez hablando de la cultura de una organización, un concepto teórico que pretende englobar esas normas no escritas, esas creencias y valores que todos los que trabajamos en una organización sanitaria compartimos. Claro que en nuestro caso, hay culturas y subculturas, ya que un hospital tiene su sistema de creencias y valores, pero puede que cada unidad tenga el suyo. Y todo esto consigue que la cultura en el sistema sanitario sea muy compleja de entender y de cambiar.
Uno de los grandes informes del año 2013, un texto poco leído fuera de su ámbito pero cuyos comentarios y conclusiones deberían ser objeto de análisis en muchos servicios de salud, es el informe Francis (el nombre original es “Final report of the Mid Staffordshire NHS Foundation Trust Public Inquiry“, aunque se le ha bautizado con el nombre de la persona que coordinó su elaboración). Ya hablamos en su momento del informe y sus conclusiones.
La base del informe fue la elevada mortalidad que existía en dicho hospital. Y dicho dato frío, acompañado de cientos de historias personales asociadas, acabó protagonizando durante varios años muchas portadas en los medios de comunicación. El informe final incluía cientos de recomendaciones, pero hoy vamos a centrarnos en las relativas a la cultura de la organización. Para ello, nos basaremos en lo que cuentan Oakley y Mannion en un reciente artículo publicado en el BMJ titulado “Will prescriptions for cultural change improve the NHS?” y en el editorial de Tony Delamothe en la misma revista.
La Recomendación 2 señala que el NHS y todos sus trabajadores deben adoptar una cultura compartida en la que el paciente sea la prioridad, en todos los casos. Para ello, es necesario disponer de: un grupo de valores compartidos en todo el sistema, de un liderazgo en todos los niveles (la planta, el centro de salud, el ministerio, etc) que consiga implicar a todos los profesionales en esos valores, un sistema que reconozca valores como la transparencia y la honestidad, información completa, libre y de confianza acerca del cumplimiento de dichos valores y un barómetro para medir la cultura de todo el sistema.
La Recomendación 185 propone que la organización se centre en la cultura de los cuidados, principalmente entre el colectivo enfermero. Para ello, es necesario desarrollar y mejorar la formación, educación y desarrollo profesional de las enfermeras.
La Recomendación 198 se dirige a los proveedores (organizaciones sanitarias) para promover medidas de mejora de la cultura de trabajo con la ayuda de la experiencia y el feedback de los profesionales (principalmente de enfermería).
La Recomendación 290 se basa en la promoción de una cultura compartida de transparencia, basada en el análisis de los errores y en la publicidad de la información sobre la actividad.
¿Y por qué este mantra sobre la cultura y la atención centrada en el paciente? No se trata de algo nuevo, de hecho se ha repetido hasta el agotamiento, pero en plena época de gestión basada en objetivos, de incentivos y de cumplimiento de metas, podemos acabar convertidos en una caricatura de nosotros mismos, y pensar más en alcanzar la meta propuesta que en el propio paciente. Por eso, esta nueva cultura, que impregne todas las capas de la organización, debe estar presente y construirse de forma lenta pero segura. De hecho, The King’s Fund publicó un informe sobre este tema que merece mucho la pena.
Pero hay muchos “peros” en esta nueva cultura:
– ¿Como podemos conseguir que los valores compartidos que emanan desde arriba lleguen a todos los niveles? ¿Incluso cuando se basan en las peticiones e ideas de los profesionales?
– ¿Como trasladar esa cultura corporativa y de grupo a la actuación individual de cada profesional?
– ¿Como conseguir dirigir la actividad individual sin obligar y sin culpar a nadie?
Pedazo de post te ha salido!!! Directo al evernote!
Un abrazo
Muy buen post!! Saludos
http://hoytodoesrosa.blogspot.com.es