El caso Volskwagen pone sobre la mesa algunos elementos muy difíciles de gestionar: la desconfianza y la falsa sensación de seguridad. Líderes, jefes y muchos profesionales que saben que lo que hacen no es correcto pero siguen adelante. Todos los días cruzando los dedos para que el error o el problema no salga a la luz, o incluso confiando en que todo va bien porque los jefes no están asustados y lo ven todo bien, o incluso porque llevan quince años haciéndolo así.
Leyendo el magnífico blog Consultoría Artesana en Red, Julen recuerda una canción de The Jam que habla precisamente de eso: “Escoges a tus líderes y depositas tu confianza, pero sus mentiras te ahogan y sus promesas se oxidan“.
Hacerlo mal siempre pasa factura. La costumbre, la tradición y la presión grupal acaban tapando los errores y los camuflan entre la cultura organizativa. El siempre se ha hecho así, el suponer que todo va bien porque nadie se queja o la confianza ciega en el protocolo o la guía, tiene una contrapartida necesaria para evitar problemas: ante la mas mínima sospecha todo debe volverse a revisar y cuestionar. Antes de que alguien nos saque los colores. Antes de que el error llegue demasiado lejos.