Casi por casualidad, hemos llegado a un artículo que publica la web MIT Technology Review titulado “Las siete tecnologías prohibidas sobre las que nadie quiere hablar“. Como era de esperar, el artículo habla de salud y la reflexión que hacen se merece un hueco en el blog.
Esa tecnología prohibida en el caso de la salud no es otra que la tecnología sanitaria, y el tema sobre el que nadie quiere hablar es si vale realmente lo que cuesta. Como ejemplo, citan el caso del Patient-Centered Outcomes Research Institute (PCORI), un centro federal de investigación creado por la Casa Blanca para evaluar tratamientos y tecnologías. El objetivo inicial de este instituto era ofrecer información transparente que ayudara a tomar decisiones sobre costes hospitalarios mediante evaluaciones de coste-efectividad comparando tratamientos y técnicas. Sin embargo, esta misión no sentó muy bien al colectivo médico estadounidense y la AMA (American Medical Association) remitió una carta al Instituto pidiendo que en la evaluación de tratamientos NO se tenga en cuenta su coste.
¿Sirvió de algo esta carta y la presión que hicieron los grupos de presión? Pues sí, ya que el propio Congreso estadounidense incluyó en la normativa del PCORI la prohibición de hacer análisis de costes. Como se puede leer en la web oficial del instituto: “Our founding legislation prohibits us from doing cost-effectiveness analysis. We don’t consider cost effectiveness to be an outcome of direct importance to patients“. ¿Por qué este afán de no incluir los costes? Es un poco sospechoso…
Acabamos con otro artículo de la web del MIT que se pregunta: si en el mundo de la informática la ley de Moore predice que cada dos años el coste baja a la mitad, ¿por qué esta ley no se aplica al mundo de la tecnología sanitaria? Y podríamos hablar de tecnología que en 2 años queda obsoleta, o de esa competición entre centros sanitarios por tener una tecnología que deslumbre más que la del hospital vecino, o de la poca evaluación que existe de mucha de la tecnología innovadora que surge en los últimos años… Cuanto más preguntas y piensas, más oscuridad.
¿Lo que se expone aquí no podría extenderse también a los nuevos fármacos? En ambos casos hay que pagar la fuerte inversión en I+D, pero es probable que las empresas aprovechen para incrementar su margen de beneficio.
De todas formas, también es que antes la gente se conformaba con un seat 600 o un Panda, y ahora queremos un coche que alcance los 200 km/h, elevalunas eléctrico, climatizador, ABS, GPS, sensor de esto y de lo otro, etc, etc, etc. Y en el caso de la sanidad muchas veces será legítimo y comprensible querer ofrecer a tus pacientes los adelantos técnicos de los que ya se benefician otros. Aunque también a veces, lamentablemente, el márketing o el "yo también lo quiero" pesen más que el ánalisis objetivo y racional de las necesidades.
Cuestión interesante y de debate recurrente la de los costes reales de las tecnologías sanitarias y fármacos. Me resulta curioso, esa obsesión de algunos en saber los costes de fabricación de los productos sanitarios. Acaso nos preguntamos cuánto cuesta fabricar una barra de pan, o cuál es el precio de coste de una constructora que ejecuta una infraestructura pública? Nos guste o no, todas las empresas privadas tienen por objetivo maximizar sus beneficios intentando posicionar sus productos al mejor precio posible para cubrir sus costes, amortizar sus inversiones, pero sobre todo, para garantizar rendimientos a sus accionistas, que son al final los que dan o no su confianza a las empresas para seguir financiándolas; accionistas, por cierto, de los que muchos de nosotros formamos parte de forma directa, los menos, o a través de fondos u otros productos financieros que utilizan nuestros ahorros.
Desde mi punto de vista, la gestión del coste, desde la perspectiva del comprador ya sea público o privado, debe realizarse evaluando el precio de compra y el beneficio obtenido y comparar éste con otras soluciones aplicables para el mismo problema. Si los resultados obtenidos son mejores en términos de eficiencia u otros valores percibidos que el resto de opciones, debería estar justificada su compra sin tener en cuanta si el margen real del proveedor es mayor o menor; si esta justificación no es clara, el proveedor deberá replantear su posicionamiento de precio de forma natural para poder introducir su producto.
La realidad es que, desde el ámbito de la gestión de compra, es mucho más fácil y requiere de menos esfuerzo, además de tener un impacto muy visible en el corto plazo, conseguir rebajar el gasto directo en la compra, que evaluar los resultados desde una perspectiva que incluya los beneficios obtenidos y el coste de oportunidad.
Difícil tarea la del comprador de productos y servicios de ámbito público, no querría estar en su sitio; pero quien decida estarlo, tiene la responsabilidad de decidir de la misma forma que lo haría gestionando la compra privada de su ámbito familiar: cuánto tengo para gastar, cuáles son las prioridades, y cuales son los productos/soluciones que me dan más valor respecto a su precio. XGO