Volvemos a un tema que nos encanta: los incentivos. La última moda es el pago por desempeño, el famoso P4P, que pretende retribuir a los profesionales sanitarios por el cumplimiento de unos objetivos. Sergio Minué ha publicado diversas entradas sobre el tema (centradas en el modelo inglés de pago por desempeño, quizás uno de los más estudiados): en “Indicadores, incentivos y conflictos de interés” habla del dilema ético ante el conflicto de intereses que puede surgir con los incentivos; y en “Breve Taxonomía de incentivos perversos” explica los problemas que generan los diversos modelos de pago que existen.
Como resumen, una reciente revisión sistemática publicada en Annals of Internal Medicine mostraba que el pago por desempeño mejora notablemente los procesos asistenciales, pero no se observa ninguna mejora en resultados en salud.
Una de las medidas que se puso en marcha en el NHS, se centró en mejorar el diagnóstico de demencia por parte de los médicos de familia. Para ello, desde octubre de 2014 a marzo de 2015 se incentivo con 55 libras cada nuevo diagnóstico (en algunas zonas el pago se incrementó a 200 libras). Tal y como ya contamos en el blog, esta medida fue muy criticada dado que el componente financiero podía influir en el diagnóstico médico pudiendo incluso generar un sobrediagnóstico.
¿Qué ocurrió? Pues lo esperado: en el periodo incentivado de 6 meses, el número de personas con diagnóstico de demencia se incrementó en un 19% (pasando de 336.445 a 400.707). En los meses previos, el número de personas con demencia oscilabva alrededor de 330.000, sin incrementos notables. Curiosamente, en los 9 meses siguientes (desde abril a diciembre) el incremento en los pacientes diagnosticados fue 6% (llegando a 423.000 personas diagnosticadas). ¿Se habría comportado el proceso diagnóstico de la misma forma sin incentivo? ¿Son correctos todos los diagnósticos? ¿hay una inercia cuando acaban los incentivos?