No estamos diciendo nada nuevo si afirmamos que las recomendaciones de no hacer son un gran avance para el sistema sanitario. Una herramienta útil para poner el foco en aquellos procedimientos habituales que de vez en cuando se utilizan de forma incorrecta, generando un coste innecesario para el sistema y una molestia (por el tiempo o por el propio procedimiento) para el paciente.
Cada vez se publican más estudios revisando la frecuencia con la que este tipo de procedimientos de bajo valor se llevan a cabo, y los resultados siguen siendo sorprendentes. El penúltimo estudio (porque seguro que hay otro posterior) se ha realizado en Alberta (Canada) y lleva por título “Frequency of low-value care in Alberta, Canada: a retrospective cohort study“. Los investigadores han seleccionado diez procedimientos incluidos en la lista de Choosing Wisely Canada y que además han sido ampliamente estudiados en diversos estudios, y han revisado el impacto de estos procedimientos en toda la población de Alberta entre los años 2012 y 2015.
Los procedimientos innecesarios más frecuentes fueron los relacionados con el screening, como el PSA para mayores de 75 años sin antecedentes de cáncer de próstata o el screening rutinario a pacientes mayores de 75 años con diálisis. El listado completo aparece en esta tabla:
Lo más llamativo fueron las variables asociadas a estos procedimientos innecesarios: nivel socioeconómico alto, mayor frecuencia de contacto con el especialista y un ratio mayor de especialistas sobre médicos de familia.
Hemos llegado a un punto en el que tenemos el diagnóstico de la situación y el problema definido, pero cambiar hábitos, rutinas y comportamientos aprendidos durante décadas es muy complicado. Las iniciativas de reducción de este tipo de procedimientos son lentas y costosas (no en dinero), pero merece la pena seguir trabajando en esa línea.