Teniendo en cuenta las peculiaridades del sistema sanitario en Estados Unidos, es bastante habitual que en muchas empresas se ofrezca a los trabajadores un seguro privado de salud así como un programa de bienestar en el propio centro de trabajo. Estos programas incluyen evaluaciones del estado de salud, algunas pruebas de seguimiento, sesiones formativas para mejorar los hábitos de salud (nutrición, tabaco y ejercicio) e incluso sesiones para conocer los autocuidados en enfermedades crónicas.
¿Tan buenas son las empresas en Estados Unidos que intentan que sus empleados estén sanos? Pues todo depende… Por un lado, estos programas de bienestar implican un mayor compromiso por parte del trabajador, pero a su vez tiene otros efectos: menor número de ausencias al trabajo (trabajadores más productivos) y mejor estado de salud (lo que se asocia con una reducción del uso del seguro de enfermedad que se traduce en menores primas). Vamos, que al final todos ganan, aunque puede que algunos más que otros.
Un reciente estudio publicado en JAMA con el título “Effect of a Workplace Wellness Program on Employee Health and Economic Outcomes. A Randomized Clinical Trial” analiza el efecto de un programa de bienestar y salud dentro de una gran empresa de venta minorista con múltiples centros de trabajo en la salud de los trabajadores, en determinadas variables laborales y en el uso del seguro de salud. Y los resultados son sorprendentes.
El estudio incluyó a 32.974 trabajadores y se realizó durante 2 años (sí, quizás fue poco tiempo). Los resultados fueron los siguientes: el único efecto positivo derivado de la participación en el programa fue en la realización de actividad física y en el manejo del peso, pero en el resto de variables nada de nada. No hubo mejoras en productividad, ni en el uso del seguro médico, ni en los indicadores de salud (colesterol, presión arterial, índice de masa corporal) ni tampoco en el absentismo o el compromiso con la organización.
Los módulos formativos del programa incluían sesiones sobre nutrición, ejercicio, seguimiento de peso, gestión del estrés, manejo básico dela salud (vacunas, chequeos, etc). Además, por cada módulo superado, el trabajador recibía un vale de 25 dólares para comprar productos de la propia empresa.
Tal y como señalan en un editorial de JAMA sobre el tema de los programas de bienestar en las empresas, quizás se han sobreestimado los beneficios y ventajas de este tipo de programas tanto para los trabajadores como para las empresas. Cualquier mejora en los hábitos de salud (ejercicio, por ejemplo) es importante y positiva, aunque quizás el periodo de seguimiento de dos años es demasiado limitado para que dicho cambio de hábitos se traduzca en mejoras en salud.
¿Podemos concluir diciendo que todos estos esfuerzos son inútiles? No, en ningún caso: el éxito de estos programas depende mucho de cada organización, del diseño de cada programa, del tipo de actividades o medidas que se ponen en marcha, etc. Algunos estudios apuntan a que los programas dirigidos a cambiar la cultura de la organización tienen más éxito, pero es muy difícil extrapolar los resultados de una empresa a otra. Eso sí, cuando se consiguen mejoras en salud o cambio de hábitos continuados en un grupo de trabajadores, el programa es útil (quizás no sea rentable, pero sí útil).
Está claro que lo hacen por beneficio propio, pero si en ese beneficio para las empresas nosotros, como trabajadores, salimos también beneficiados, que bienvenido sea.