Si veis la televisión, seguro que os habéis encontrado a Alberto Chicote visitando las cocinas y revisando los menús de hospitales, residencias de mayores, etc. Se trata del programa “Te lo vas a comer“, y aunque parezca llamativo, es una realidad que ocurre en algunos centros.
Comida en mal estado, menús con bajo nivel nutricional, bollería industrial, exceso de fritos, etc. Ante estas denuncias, hay dos opciones: buscar culpables y mejorar la situación. La primera es difícil, ya que hay culpables por acción y otros por omisión. Desde empresas de catering que buscan ahorrar en cada trozo de brócoli a consejerías o ayuntamientos que optan por no hacer los controles y el seguimiento que requiere este servicio. Como dice el refrán, entre todos la mataron…
En 2018 publicamos una entrada con algunas ideas para reenfocar este problema, al menos en el ámbito sanitario, y creemos conveniente rescatar algunas de ellas.
1. La pasta (el dinero, no los macarrones). ¿Es posible elaborar un menú digno y nutricionalmente aceptable con el presupuesto asignado? No podemos arrastrar presupuestos de los noventa (no olvidemos que muchos contratos se lanzan con un importe similar al de los años anteriores) y exigir en 2019 un menú de calidad.
2. Prepara muy bien el pliego de condiciones, ya que la empresa no tiene otra opción más que elaborar y servir los menús que se indican. Si se prohiben los fritos, la empresa no podrá ofrecerlos (y si lo hacen, pues atentos a las consecuencias). Así que si no quieres que algo se incluya en el menú, dilo muy claro. Por ejemplo: “no se podrá servir bollería, productos fritos, galletas, etc”.
3. Si como empresa creo que no voy a poder ofrecer un menú en condiciones al precio estipulado, ¿qué hago? Algunas empresas se acogen a estos contratos como fuente de ingresos (no de beneficios, ojo) y para mantener su cuota de mercado. Y no se dan cuenta que deben hacerlo ofreciendo una comida digna y sana. Tal vez haya que recomendar libros como “Come comida real” o “Mi dieta ya no cojea“.
4. Seguimiento y control. La administración pública puede y debe hacer un seguimiento y control constantes de la comida que se sirve y de su calidad. Para conseguir que este seguimiento sea efectivo, hay que incluir penalizaciones que permitan mandar un mensaje claro a la empresa. Si ofrecer un producto de mala calidad se penaliza con una sanción baja (o con una amonestación verbal), estamos casi incentivando a que la empresa repita.
5. Ojo: hay empresas que ofrecen un gran servicio y profesionales de cocina y restauración que hacen el pino-puente con unos presupuestos muy ajustados y se esfuerzan por ofrecer el mejor servicio sea como sea. Aunque a veces es muy muy difícil…
Así que llega el momento de intentar dar la vuelta a la tortilla, asumir errores y mejorar. Es posible, solo hay que querer.
Así que llega el momento de intentar dar la vuelta a la tortilla, asumir errores y mejorar. Es posible, solo hay que querer.