Hace unos días fallecía Clayton Christensen, profesor en Harvard y un gran experto en innovación y gestión. Autor de libros como “The Innovator’s Dilemma” o “The Innovator’s Prescription: A Disruptive Solution for Health Care” y un gran conocedor del entorno sanitario. De hecho, son numerosos sus artículos sobre este tema, con el objetivo de mejorar la calidad y la eficiencia de los sistemas sanitarios.
Uno de sus artículos más conocidos, publicado en el año 2000, lleva por título “Will Disruptive Innovations Cure Health Care?“. ¿Por qué? Christensen hablaba de innovación disruptiva y de la necesidad de abrir la puerta a tecnologías y servicios que, pese a amenazar el status quo, permitieran mejorar la calidad de la asistencia. En el citado artículo ponía el ejemplo de las alternativas tecnológicas de bajo coste, ya que las grandes empresas y muchos grupos de presión intentan que dichas alternativas no puedan crecer y empezar a utilizarse en centros sanitarios.
¿Y cual es la clave de esa disrupción? Algo muy sencillo: trasladar y facilitar las actividades complejas. Pacientes que ahora realizan autocuidados con wearables, enfermeras que realizan actividades reservadas a médicos de atención primaria, pruebas hospitalarias que ahora se hacen en un centro de salud o intervenciones quirúrgicas de alto nivel que ahora se hacen casi en cualquier hospital (de la cirugía cardiaca a la hemodinámica, por ejemplo). La principal resistencia a toda esta transformación viene desde dentro, porque hay colectivos que vana cambiar o van a perder funciones y lógicamente se van a oponer (esto recuerda mucho al síndrome de barquero que comentaba Gérvas en 2005). Christensen lo cuenta así:
We need diagnostic and therapeutic advances that allow nurse practitioners to treat diseases that used to require a physician’s care, for example, or primary care physicians to treat conditions that used to require specialists. Similarly, we need innovations that enable procedures to be done in less expensive, more convenient settings—for doctors to provide services in their offices that used to be done during a hospital stay, for example.
Christensen, C. M., Bohmer, R., & Kenagy, J. (2000). Will disruptive innovations cure health care?. Harvard business review, 78(5), 102-112.
En resumen, Christensen promovía una democratización de la innovación, y pedía que la tecnología debía centrarse en conseguir que las cosas más complejas sean cada vez más fáciles, asequibles y cercanas para el paciente. Y aunque pensemos lo contrario, esa tecnología y esos cambios que permiten simplificar la atención y acercar el servicio al paciente (porque al final de eso se trata), son los que van a conseguir transformar realmente el sistema sanitario. Así que, cuando una medida de cambio no genere ningún rechazo, quizás sea el momento de sospechar sobre su impacto real.