Incentivos y prescripción: el informe AIREF



Hace unas semanas, la AIREF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal) publicó, en el marco de la evaluación del gasto público del año 2018, un estudio sobre los medicamentos dispensados a través de receta médica. Dicho estudio se puede leer a través de este enlace.


El informe finaliza con diversas propuestas en temas como la fijación de precios de medicamentos, sistemas de información sobre medicamentos, evaluación, sistema de remuneración a farmacias (pasar de margen de venta a servicios de valor añadido), copago, etc. Os recomendamos su lectura dado que hay mucha información y además algunas ideas son muy interesantes (otras quizás no tanto). 

No obstante, entre las medidas recomendadas nos han llamado la atención dos de ellas. La primera es que el informe de la AIREF propone implantar un sistema de selección de medicamentos a nivel nacional similar al sistema andaluz de subastas. En el texto analizan los problemas, controversias y virtudes de este modelo, y plantean algunos cambios para su extensión a nivel estatal. Podéis leerlo a partir de la página 51. 

La otra medida llamativa tiene que ver con los incentivos financieros para la prescripción. En este caso, el análisis es muy breve y quizás demasiado simple. Primero se enumeran los modelos de incentivos que existen para la prescripción:

Alguna de ellas son el pago por servicio (número de pacientes), por rendimiento (alcanzar ciertos estándares de calidad), por capitación, o por reducción de presupuesto (o de reembolso en farmacéutico). Los incentivos no financieros comprenden desde la difusión de material educativo hasta la formación orientada a modificar el comportamiento de los prescriptores“. 


Merece la pena recordar las dudas éticas que generan algunos de estos incentivos, como ya comentamos en esta entrada de 2015 en la que comentamos un informe del Comité de Bioética de Aragón. Merece la pena rescatar estas líneas de dicho informe: “El incentivo ha de tener entre sus objetivos reconocer el buen ejercicio profesional y recompensar la búsqueda de la excelencia, pero no pueden convertirse en el motor para que los profesionales sanitarios hagan lo que deben hacer“.

Posteriormente, el informe de la AIREF cita algunos modelos de incentivos de otros países aunque sin incluir evidencia que avale su uso. Y finalmente, se habla del uso de este tipo de incentivos en España, pero con una coletilla: “pero su impacto se ha revelado poco exitoso en el largo plazo (incluso en algunas comunidades autónomas no se ha evaluado)“. La duda es la de siempre: ¿los incentivos no son efectivos porque están mal diseñados o porque realmente no funcionan?


Entre las medidas propuestas para mejorar la aplicación de incentivos, se encuentran dos medidas que nos han llamado la atención y consideramos necesarias: “facilitar la desprescripción de terapias innecesarias u obsoletas” y “la información a los médicos del impacto de sus actuaciones“. 


En resumen, que los incentivos no son lo que parecen y que es difícil orientarlos a la mera reducción del gasto en un entorno tan complejo como el de la salud (de hecho, la Cochrane que se publicó en 2015 sobre este tema ya lo decía muy claro: poca efectividad). Quizás ahondar en otras medidas como la información al profesional, el seguimiento y la formación (no mediatizada por la industria) consigan mejoras en los indicadores.  

2 comentarios

  1. Te parece bonito enmendar la plana al ministerio de hacienda, que acaba de pedir medidas a 10 CCA por su gasto de recetas?

  2. Excelente post. He trabajado 18 años en la industria farmacéutica en MKT/ventas y su inversión en profesionales eclipsa cualquier incentivo de la administración. Pero ese gato no se deja ponerle cascabel ni los legisladores quieren ponérselo.

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