Compras centralizadas



Hace una semana se difundió un informe del Ministerio de Sanidad enfocado a impulsar las compras centralizadas en el ámbito del Sistema Nacional de Salud. Este tipo de compra tiene diversos objetivos relacionados con la eficiencia y la calidad asistencial, como son la homogeneización de productos sanitarios o la reducción en la variabilidad de precios para un mismo producto. A esto se le puede sumar la mejora en los procesos (centralizar la compra implica reducir el número de pliegos, trámites, etc). En resumen, que su uso genera efectos muy positivos.


Sin embargo, el propio informe pone sobre la mesa las debilidades del modelo de compras del SNS, que ya hemos comentado en este blog:
– Inexistencia de catálogo común de productos y servicios. Este es un paso esencial para establecer una política común de compras. Hay iniciativas a nivel autonómico para utilizar un catálogo único pero no a nivel estatal.
– Ausencia de una política de compras común. Apenas hay compras centralizadas, no se comparten modelos, estrategias, etc. Y mucho menos se comparte información de precios para conseguir una variabilidad de precios mucho menor (como ocurre en este ejemplo).
– Falta de canales para compartir información. La única forma de saber los precios de compra de otros servicios de salud es consultando los portales de contratación y buscando pliegos, adjudicaciones, etc. En algún caso, los datos de contratos menores incluyen el desglose por producto, pero no es lo habitual.

El Ministerio sigue dando pasos de gigante en temas de compras centralizadas y, de hecho, el informe que estamos comentando incluye una propuesta para que el Consejo Interterritorial apueste por una mayor participación de las comunidades autónomas en este modelo. Sin embargo, y pese a los ahorros del modelo (más de 200 millones de euros), ¿qué ocurre? 

El procedimiento es sencillo: el Ministerio genera unos procedimientos de compra a los que se pueden adherir las comunidades autónomas (incluso en productos tan complejos como las prótesis traumatológicas), todo el trámite lo realiza el propio Ministerio, finalmente se adjudican y cada servicio de salud realizará los contratos derivados para los productos que estime convenientes (mucho más sencillos y ágiles que un contrato completo). Pero parece que la fórmula sigue sin cuajar…

La casuistica de su bajo uso es muy variada y los motivos casi desconocidos, pero podríamos hacer algunas aproximaciones:
1. Tengo un modelo propio de compra centralizada que me funciona bien.
2. Si compro con el concurso centralizado pierdo parte del poder asociado a elaborar un pliego, elegir al adjudicatario, etc.
3. Los de arriba no entienden lo que necesito y seguro que van a adjudicar a un proveedor flojo. Esto vale para compras centralizadas a nivel ministerio o servicio de salud.
4. Tampoco se compran tantos productos de forma centralizada.
5. El precio no es tan bueno. [Habitualmente la compra de grandes cantidades de un producto garantiza un mejor precio, pero es cierto que no ocurre siempre].
6. Tiene ciertas implicaciones negativas como la desaparición de proveedores pequeños, de gran calidad pero que no pueden competir con las grandes empresas del sector.

Es muy llamativo que algunos de los objetivos de las compras centralizadas (como la reducción de precios o la elaboración de catálogos homogéneos de productos) se podrían llevar a cabo sin los acuerdos marco de compras. Medidas como la elaboración de un catálogo único para todos los servicios de salud o la publicación periódica de las compras de productos sanitarios indicando precio unitario, modelo y proveedor, serían muy útiles para mejorar la política de compras del sistema, alcanzando objetivos similares.


Para saber algo más de las centrales de compras, os recomendamos el informe “Las centrales de compras en el seno del Sistema Nacional de salud“, elaborado por el GTES de la Universidad de Murcia.

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