Consultas virtuales en el NHS: el médico en tu móvil



El National Health Service (NHS) ha dado un paso de gigante en su revolución digital: ha lanzado una app para realizar consultas virtuales con médicos de familia. El servicio se llama “GP at hand“, lo gestiona una empresa privada llamada Babylon y por ahora solo está disponible en algunos barrios de Londres. El servicio es gratuito para los pacientes (aunque al NHS le sale por un total de 45 millones de libras), pero aunque parezca un avance imprescindible, no está exento de crítica.

El principal problema surge con la lista de pacientes que no pueden usar este servicio. En la web se indica que se trata de una exclusión durante el periodo de prueba del servicio, pero parece dar una pista muy clara del servicio que se pretende ofrecer. Entre otras exclusiones, no se recomienda el uso de GP at hand a personas con problemas de demencia, condiciones mentales complejas, demencia, fragilidad, necesidades sociales o psicológicas especiales, etc.

Margaret McCartney es muy clara en una columna que publica el BMJ con el título “General practice can’t just exclude sick people” al preguntarse el motivo de esta exclusión de diversos colectivos de pacientes con necesidades contínuas de servicios asistenciales. Tal y como señala: 

It’s very odd for the NHS to allow a contract that enacts exclusion of people with these conditions by design. In fact, the NHS’s general medical services contract specifies that refusing people registration on the basis of illness or pregnancy is not allowed. So why this exception?


La sociedad de médicos de familia (Royal College of General Practitioners) sigue una línea similar, centrada en las exclusiones del modelo. De hecho, su principal temor se centra en la posibilidad de abrir una doble vía para el acceso: una más rápida para personas con problemas leves (vía GP at hand) y otra con más demora y los problemas del desplazamiento para las personas con problemas más complejos. Esto nos recuerda a la famosa ley de los cuidados inversos de Tudor Hart, creando (por ahora) un servicio dirigido a las personas que menores necesidades tienen.
Además de los problemas planteados, surgen mil dudas añadidas como la responsabilidad de los profesionales ante los consejos que se ofrezcan en la consulta virtual o las prescripciones que se realicen al finalizar. Otro gran dilema que permanece en el aire es el papel de otros profesionales del equipo como enfermero, fisioterapeuta o farmacéutico en estos servicios online. 

Sin embargo, se trata de un avance muy importante en un servicio público como el NHS. Una apuesta muy clara hacia un servicio que muchos ciudadanos demandan habitualmente en las encuestas y que puede ayudar a mejorar el servicio, reducir la demora, ayudar en el manejo de las patologías leves por parte del paciente y, en su caso, permitir un mayor tiempo de atención en la consulta cara a cara.  

Sin embargo, nos permitimos anotar algunas dudas adicionales: 
– ¿Se resolverán los problemas de acceso a pacientes complejos? Quizás la decisión se haya tomado ante la dificultad para resolver problemas graves mediante una consulta online o para reducir la atención a problemas leves en la consulta presencial. 
– ¿Se ha definido el servicio en base a las necesidades de los pacientes? No podemos olvidar Healthspace, el proyecto de historia clínica compartida del NHS que naufragó en 2010, principalmente por no tener en cuenta a pacientes y profesionales.
– La evidencia señala que las consultas virtuales no reducen las consultas presenciales, ¿ocurrirá algo parecido? ¿O se trata de uno de los objetivos clave del NHS? 
– ¿Está el paciente preparado para este tipo de consultas?  En España alguna aseguradora ha lanzado un servicio similar y no parece haber tenido mucho éxito, aunque la falta de datos no ayuda a saberlo con certeza.

La estrategia digital del NHS es muy clara, y las consultas virtuales son uno de sus pilares esenciales. Habrá que seguirla de cerca, leer las evaluaciones que se vayan publicando y empezar a pensar si es nuestro turno. 

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