Endogamia vs talento

La selección de personal en los centros sanitarios y, concretamente, la endogamia hospitalaria nos preocupan y de hecho han sido dos las entradas que hemos dedicado a ese tema: “El caso del nuevo miembro del equipo” y “Mezclas imposibles: endogamia, residentes y NBA“. La pregunta que sirve de base es sencilla: ¿es bueno que un hospital o área de atención primaria contrate a sus propios residentes o estudiantes que se han formado allí? ¿están mejor preparados que otros?

Vicente Ortún hablaba muy claro en el libro “La renovación de la atención primaria“, proponiendo que durante unos años un centro no pudiera contratar a sus propios residentes para así facilitar una “mejor asignación del talento“. Las razones a favor del comportamiento endogámico aparecen en el caso práctico con forma de post que publicamos hace varios años, y son obvias: mejor conocimiento del servicio, rápida integración en el equipo, etc.

Claro que, hoy por hoy, en muchos centros públicos la endogamia es cosa del pasado ya que las bolsas de trabajo o listas de empleo han conseguido romper con comportamientos de este tipo. Eso sí, el cambio no ha sido precisamente a mejor: las bolsas de trabajo no garantizan que se seleccione al mejor profesional para cada puesto, y pueden darse situaciones kafkianas casi dramáticas (como que una enfermera experta en hospital de día de oncología acabe en pediatría).

Pero volviendo al tema de la endogamia, que muchas veces sigue latente en algunos centros: ¿hay una presión interna por parte del centro o de los profesionales por contratar a los residentes que se han formado en el propio centro? ¿Son suficientes los motivos de conocer el funcionamiento de la unidad o estar integrado en el equipo? En el blog Nada es Gratis ponen un ejemplo procedente de un sector parecido (en parte) al sanitario: la universidad. Y sinceramente, da algo de pena, y de vergüenza ajena. La noticia es sencilla: un catedrático advirtiendo a un candidato que la plaza era para otra persona, y que no se presentara. Una persona que llevaba tres años trabajando allí.

Hay dos fragmentos de la correspondencia entre el catedrático y el candidato que merece la pena reseñar:
la plaza de ayudante a doctor la hemos sacado para […], mi ayudante durante estos últimos años. Es un chaval estupendo, muy competente, casado desde hace tres años y con dos hijos. Por supuesto, eres muy libre de presentarte, pero me causarías un no pequeño problema. Yo formo parte del tribunal
Cuando te escribí hace unos días, te pedí basándome en la amistad que nos une que, por favor, no te presentaras porque la plaza la habíamos sacado para […]. Veo que no estás dispuesto y lo siento. Lo qué sí puedo decirte es que haré todo lo que esté en mi mano para que la plaza sea para […] porque se lo merece. […] Bueno, […]. Lo que tenía que decirte ya te lo he dicho. Tú sabrás lo que haces. Un abrazo“.
Ni igualdad, ni mérito ni capacidad… Ni nada parecido. Pero la endogamia sigue rigiendo muchos procesos de selección, y además suele producirse en el entorno de estructuras jerárquicas y hereditarias. ¿Buen rollo y empatía contra talento? ¿Un buen centro o un centro agradable? ¿La costumbre frente a la transparencia? Al menos, en el ejemplo que citamos, todo se paralizó tras la denuncia pública. 


Curiosamente, este tipo de temas suelen ser polémicos. Y no es solo la endogamia profesional, sino también la territorial (mejor los de aquí que los de fuera). ¿Hablamos del cosas del pasado o aún es un comportamiento común? ¿Qué es mejor? 

3 comentarios en “Endogamia vs talento”

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