El límite del bien y del mal: copago y transporte sanitario

Aunque llevamos muchos años conviviendo con el copago, quizás el paso del tiempo ha conseguido que sea visto como algo habitual, como una parte más del sistema sanitario. Y por eso, durante una buena etapa, apenas ha habido voces críticas contra el copago farmacéutico. Es más, eran más numerosas las voces pidiendo su modificación. Pero de repente, el Gobierno se sacó de la manga un nuevo modelo de copago, que afecta a los servicios incluidos en la cartera común suplementaria (transporte sanitario, prótesis, dietoterapia). Su puesta en marcha dependía de un Real Decreto que regulara sus características principales, pero algo ha salido mal…


Hace unos días empezaron a aparecer en los medios noticias acerca del dictamen del Consejo de Estado al proyecto de Real Decreto que regula el copago para el transporte sanitario no urgente. Los titulares eran contundentes: “El Consejo de Estado cuestiona el copago en ambulancias” o “El Consejo de Estado, contra el copago en ambulancias de Mato“. Incluso un medio subió el dictamen. ¿Cual es el problema?

En un sistema sanitario como el actual, hay dos análisis fundamentales que realizar ante una propuesta de copago: comprobar su legalidad y oportunidad, y comprobar si va a funcionar en términos económicos y/o asistenciales (como la reducción del gasto en transporte, en este caso). Nosotros no vamos a entrar en el primer análisis, y el propio Consejo de Estado tampoco lo hace. El dictamen comprueba si el citado copago tiene una base legal (y nos guste o no, la tiene) y por ello no hace ninguna consideración adicional sobre si el copago es bueno o malo, o si está basado en la evidencia o en la ética.

Sin embargo, el funcionamiento del copago protagoniza los párrafos más duros del dictamen, anticipados por el propio informe del Ministerio que ya dejaba entrever la realidad. Y es que resulta que “los ingresos que puede suponer la aportación pueden verse compensados por la gestión de su cobro” (el entrecomillado original es del informe del Ministerio), y todo porque es muy complejo y caro poner en marcha sistemas organizativos destinados a la gestión y el cobro de dicho copago. En otras palabras, que quizás poniendo el copago en marcha, la pretendida y ansiada eficiencia en el funcionamiento del transporte sanitario no urgente puede que no se cumpla.

No olvidemos que el objetivo de dicho copago es “lograr una racionalización del uso del transporte sanitario no urgente fundamentalmente a través de la limitación de su utilización a las situaciones en las que realmente sea necesario por motivos exclusivamente clínicos“. Y el Ministerio quiere utilizar el mismo modelo de copago que en los medicamentos: ya que no puedo conseguir más eficiencia, voy a hacer que el paciente pague un poco (por aquello de que lo gratuito no se valora). ¿Hay otras medidas? ¿Se piden ambulancias no urgentes para pacientes que sí pueden usar otros medios? Por supuesto, eso es algo que pocos cuestionan, y quizás el cambio necesario pase por revisar los procesos de petición y se establezcan nuevos circuitos para así controlar la posible ineficiencia en la petición de transporte. ¿Es el copago una medida acertada? No lo es y menos cuando no se tiene claro como ponerlo en marcha, ya que en ocasiones podrá incluso incrementar el gasto (al menos a corto plazo, por la puesta en marcha de la infraestructura y el sistema de cobro).

Lo más llamativo es que el propio Ministerio se da cuenta del desequilibrio económico de la propuesta y, pese a ello, siga adelante. Parece más bien un intento de “no lo vamos a hacer bien, pero lo enviamos por si cuela” y, en un entorno como el actual, no es una forma acertada de hacer las cosas. Y quizás esa prueba de ineficiencia, junto con la presión de los medios, sean las causas de la retirada de los copagos adicionales que establece el RDL 16/2012 que se anunció ayer.

Para acabar, y volviendo al principio, el copago citado está basado en el Real Decreto Ley 16/2012 y es el Consejo de Estado el que solicita al Ministerio que sea más explícito respecto de: (a) el ahorro que se pretende conseguir, (b) las cargas administrativas para el ciudadano y (c) los criterios de gestión a seguir respecto del pago a realizar. En resumen, nada de dejar las cosas a medias: si quieres copago, te toca mojarte. Y parece ser que nadie quiere dar pasos en falso, con medidas ineficientes e impopulares. Una mala mezcla en estos tiempos…
Anexo normativo breve:
El Real Decreto ley 16/2012, publicado en el BOE del 24/04/2012, modifica la Ley 16/2003 y desglosa la cartera de servicios en 3 modalidades. Una de ellas es la cartera común suplementaria, que incluye “el transporte sanitario no urgente,
sujeto a prescripción facultativa, por razones clínicas y con un nivel de aportación
del usuario acorde al determinado para la prestación farmacéutica
“.




2 comentarios

  1. Me quedo con la frase "ya que no puedo conseguir más eficiencia, voy a hacer que el paciente pague un poco". Podría ser acertado, pero casi siempre minusvaloramos, incluso pervertimos, la primera parte ("ya que no puedo conseguir más eficiencia"). El copago sería una buna última opción, para cuando no haya más alternativas, y siempre que se cumpla tu segunda premisa, la de funcionar entérminos económicos y asistenciales. Claro que hay otras formas de ser más eficientes (debe haberlas en un SNS multifactorial), el problema es que no se quiere, o no se puede con facilidad, ahondar en ellas. Bien es cierto que cuando la crisis ahoga no hay mucho tiempo para dedicarle tiempo a ello, pero quizá en las dos últimas décadas sí que pudíamos haberle dedicado un ratejo a esto de la eficiencia…

    Saludos! Jose @Plaza_Bickle

  2. ¿Cuál es la realidad del transporte en ambulancia en países de nuestro entorno? ¿Gratuito? De haber gestión de cobro, ¿es inmediata o diferida? (No encuentro información al respecto) No pregunto ya por calidad del transporte, que aquí deja bastante que desear (he visto ambulancias cayéndose a trozos y sin pasar ITV). Ni entro en el debate estéril de lo justo/injusto, exagerado/insuficiente, legal/ilegal o legítimo/ilegítimo… de los copagos.

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