Guías de práctica en la estanteria

Cada vez es más difícil encontrar un protocolo asistencial o guía de práctica clínica que todos sigan, y eso que toda sociedad científica, grupo de trabajo, administración, organismo o servicio de salud tiene los suyos propios. No importa que existan iniciativas como NICE (en Inglaterra) o guiasalud (en España), o que participen los principales expertos del mundo mundial… es muy difícil conseguir que los profesionales sigan lo que indican las guías.

Además, ultimamente leemos muchas críticas (algunas durísimas) a las guías y protocolos que se están publicando en temas tan variados como vacuna del VPH, hipertensión, etc. Y eso nos hace pensar si el sistema actual de elaboración de guías es el correcto y si sirve de algo.

Hay muchos artículos al respecto como pueden ser

este aparecido hace unos años en JAMA titulado “Why Don’t Physicians Follow Clinical Practice Guidelines? A Framework for Improvement” que da ciertas pistas sobre las dificultades reseñadas; otro titulado “Why do GPs not implement evidence-based guidelines? A descriptive study“. Y se leen frases como: recomendaciones demasiado rígidas, no se confía en el profesional que desarrolla la asistencia, no son prácticas, inapropiada a la práctica profesional, contradicciones entre guías similares, pueden ser perjudiciales para el paciente, los expertos no son fiables, etc.

¿Nadie confia en los expertos? O mejor dicho, ¿ya nadie confia en quien selecciona a los expertos? ¿Incluso cuando son las sociedades profesionales las que los eligen? ¿Entonces para que sirven las estrategias de atención sanitaria que desarrolla el Ministerio y muchas Comunidades Autónomas? ¿Implica entonces que como ninguna guía es de confianza los profesionales deben estar permanentemente al día en toda la evidencia científica? ¿Como podría elaborarse una guía en la que practicamente todos confiaran? ¿Acaso nada es seguro y todo es relativo? ¿La variabilidad no tiene solución a corto plazo? ¿Incluso en cuanto a indicaciones quirúrgicas? ¿O en tratamientos tan básicos como los relativos a hipertensión o diabetes?

Nuestra duda es la de siempre: si hay poco seguimiento, críticas o desconfianza, y posteriormente son las propias organizaciones representativas de los profesionales las que dictan guías y protocolos, algo no funciona bien. Y además, la administración y los organismos internacionales se lanzan también al mundo de la recomendación. ¿Que está pasando? ¿El cambio de modelo profesional incluye estos temas?

Un comentario

  1. Miguel Angel creo que hay dos problemas principales.
    1.-Saturación. Demasiasa información, muchas veces redundante.
    2.-Descofianza. Con la experiencia de la gripe y las recomendaciones institucionales creo que se ha evidenciado un distanciamiento entre el profesional de a pie y las sociedades, administración sanitaria, OMS y otros teoricos referentes con los cuales cada vez hay más sospecha de conflictos de intereses no explicitados.

    Por que el problema de todas las guias y protocolos es que aconsejan más intervención, más controles, … y a parte la sobrecarga de trabajo está el miedo a la medicalización excesiva e interesada.

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